Para la Comisión Disciplinaria y la Liga MX, el castigo a Veracruz por los sucesos de la jornada 7 fue simplemente de un partido de veto para el Estadio Luis “Pirata” Fuente y una multa para la directiva escuala de 730 mil pesos, sanción “barata” en comparación con los antecedentes de la propia liga.
De poco sirvieron los videos donde se aprecia claramente a una persona drogándose, un sujeto con picahielos o diversas agresiones a policías, la decisión se quedó en un juego de castigo para el inmueble.
En los últimos años, la Disciplinaria ha optado por sanciones de pocos juegos salvo el caso del Estadio Jalisco en 2015, cuando una invasión de cancha por aficionados terminó con dos jornadas de cierre al inmueble.
Curiosamente, en los últimos años, la afición de Tigres ha sido la que más veces se ha visto inmiscuida en acontecimientos que han derivado en castigo para otros clubes.
Para Enrique Bonilla, la Liga MX no puede tener control de los operativos de seguridad, pese a que hay un comisario que supervisa que se cumplan todos los protocolos en cada juego.
“Para nosotros es muy difícil de contabilizar si el número de policías es el que se ofreció hasta en tanto no se despliegan, empiezan a cumplir con su función. Nosotros no podemos incidir en la decisión de la autoridad. Por este caso no pudimos incidir en la decisión”, mencionó en la conferencia donde se dio a conocer la sanción para Veracruz y Tigres.