Por Pascal Beltrán del Rio
Observar la elección presidencial en Costa Rica permite asomarse a las grandes tendencias políticas que recorren América Latina y otras regiones del mundo.
El domingo 4 de febrero se llevó a cabo la primera vuelta de los comicios en los que una de las noticias principales fue que los dos partidos que habían dominado la política costarricense –Liberación Nacional, de centro izquierda, y Unidad Social Cristiana, de centro derecha– quedaron fuera del balotaje que se llevará a cabo el 1 de abril.
La primera tendencia, pues, es el debilitamiento de las fuerzas políticas tradicionales, un fenómeno que está presente en muchas partes del mundo. La segunda, como puede deducirse, es la emergencia de nuevas organizaciones y actores políticos, que llenan el vacío que dejan aquéllas.
En el caso de Costa Rica, los convocados a la segunda vuelta son dos candidatos que representan visiones más extremas –de izquierda y derecha– que las que prevalecieron por décadas en el país centroamericano.
Vale la pena apuntar, por cierto, que la ausencia de esos extremismos, como los que coexisten en El Salvador y Guatemala en forma de mainstream, mantuvieron a Costa Rica aislada de las guerras que sembraron de muertos el istmo centroamericano en las décadas de los 70 y 80.
Dos políticos advenedizos de apellido Alvarado estarán en la boleta el 1 de abril.
Por la izquierda, el oficialista Carlos Andrés Alvarado Quesada, politólogo, novelista y periodista, exministro de Trabajo y Seguridad Social en el gabinete del actual presidente tico, Luis Guillermo Solís, y miembro del Partido Acción Ciudadana.
Por la derecha, Fabricio Alvarado Muñoz, también periodista, además de predicador evangelista e intérprete de música cristiana, quien representa al Partido Restauración Nacional.
Los sociólogos tendrán que explicar la radicalización del electorado costarricense, que otorgó 24.91% de los votos al segundo Alvarado y 21.66% al primero.
Pero quizá lo que más vale la pena destacar de los comicios presidenciales en Costa Rica es que el tema que dominó la discusión en la primera vuelta y seguramente será el factor decisivo en la segunda es de carácter social: el matrimonio entre personas del mismo sexo.
Todo comenzó cuando el presidente Solís hizo una consulta sobre estas uniones a la Corte Interamericana de Derechos Humanos (Corte IDH). El mandatario se había comprometido a ello en su campaña electoral.
La respuesta vino menos de un mes antes de la primera vuelta y, a decir de los expertos, modificó el escenario electoral, pues catapultó las aspiraciones de quienes estaban en las antípodas sobre ese tema, particularmente a Alvarado Muñoz, quien partió de un apoyo en las encuestas de 2% y en unas cuantas semanas alcanzó el primer lugar.
Por unanimidad, la Corte IDH resolvió lo siguiente: “El Estado debe reconocer y garantizar todos los derechos que se deriven de un vínculo familiar entre personas del mismo sexo de conformidad con lo establecido en los artículos 11.2 y 17.1 de la Convención Americana de Derechos Humanos y en los términos establecidos en los párrafos a 200 a 218”.
La opinión consultiva desató un gran debate en Costa Rica, donde, de acuerdo con sondeos, dos terceras partes de los ciudadanos se oponen a que las uniones entre personas del mismo sexo sean consideradas matrimonio, así como a la relajación de la ley respecto del aborto.
Alvarado Muñoz denunció la opinión consultiva como una intromisión en la soberanía del país y amenazó con sacar a Costa Rica del sistema Interamericano de derechos humanos.
Será importante ver cuál de las dos posiciones –claramente definidas– prevalece en la segunda vuelta, el 1 de abril, que además es Domingo de Resurrección.
Lo que revelan los acontecimientos en Costa Rica es que hay un sector del electorado que no comulga con las ideas sociales liberales y está dispuesto a hacer sentir su fuerza política.
¿Qué tan presente está en México? Lo veremos también muy pronto pues tendrá la oportunidad de pronunciarse en las urnas sobre el rechazo de Mikel Arriola, candidato del PRI a la Jefatura de Gobierno de la Ciudad de México, a los matrimonios entre personas del mismo sexo.
Buscapiés
¿Se acuerda que le dije hace unos días que el oficialismo estaba tratando de explotar las diferencias ideológicas en la alianza PAN-PRD? Lo había hecho con el tema de la mariguana, vía Enrique de la Madrid. Y acaba de hacerlo de nuevo con el tema de los matrimonios entre personas del mismo sexo, vía Mikel Arriola. Información Excelsior.com.mx