Un estadio sin afición es como un cielo sin estrellas, el silencio en las tribunas fue testigo del segundo triunfo consecutivo del América que sin mostrar su mejor versión doblegó a un San Luis que sigue sin ver la suya en su regreso a la Primera División.
El gol de Roger Martínez es quizás el más triste que ha marcado en su carrera y no por la forma, sino porque nadie lo gritó en el estadio. La única emoción que causó en el Alfonso Lastras fue el de sus compañeros que fueron los que hicieron la labor de los ausentes aficionados.
Las porras y cánticos que suelen escucharse desde el graderío en cualquier partido fueron cambiados por los gritos de “vamos, vamos”, “solo, solo”, “vuelta, vuelta”, “fuera, fuera”, que fueron emitidos por los jugadores durante el partido.
Desde un lejano palco del estadio Lastras se escuchó un grito enérgico para el canterano Antonio López, “colócate” le dijo el Piojo al defensor que fue la principal avenida para que el San Luis atacara en el primer tiempo, incluso por su costado izquierdo nació la jugada del gol que le anularon a los locales gracias al VAR.
Para el segundo tiempo América fue amo y señor del encuentro, a los potosinos les costó mucho trabajo tomar la pelota y a los 50’ fue que Roger mandó el balón al fondo de las redes para darle la victoria a los azulcremas.
Después de la anotación del colombiano los ánimos se calentaron entre Camilo Mayada y Andrés Ibargüen, entonces fue cuando otro grito lejano que fue emitido por Guillermo Ochoa se escuchó, “tranquilo Andrés, tranquilo” palabras que calmaron al colombiano, pero no al uruguayo que cual gallo de pelea buscó enganchar a algún americanista.
Los últimos minutos fueron más de quejas al árbitro que de futbol, los futbolistas se cansaron de recriminar al silbante cada una de sus decisiones, pidiendo la tarjeta en cada choque, pero Eric Yair Miranda no se inmutó y dejó que las acciones se llevaran son contratiempos. Información Medio TIempo