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En serio, ¿ni importa ni les importa el crecimiento?

Por Ángel Verdugo

Una idea muy popular entre nosotros, la cual, a pesar de ser un equívoco evidente, es aceptada casi como axioma, sentencia que una persona por el hecho de llegar a ocupar un elevado puesto en el sector público o amasar una gran fortuna
es inteligente y versado en todas las áreas de conocimiento.

Dicho de otra manera, como por arte de magia, tanto el poder político o la fortuna convierten a alguien en un Ch. P. T. (Chingón para todo) o también, ¿quién lo dudaría?, en alguien que no tiene ciencia aborrecida, pues todas las domina.

Viene a cuento lo anterior, por las recientes declaraciones en materia económica vertidas por dos personajes, importantes ambos; uno, el Presidente de la República y el otro, sin requerir más datos, El Ingeniero.

Sus expresiones, vertidas en actos diferentes, coinciden: ambos carecen de los conocimientos obligados del funcionamiento de una economía abierta; específicamente, de la estrechísima relación
entre crecimiento y desarrollo. Uno incluso, deja de lado el primero al considerarlo irrelevante e innecesario, para centrarse en la inversión; el otro, el político,
afirma sin rubor como resultado de su total ignorancia económica, que no le interesa que la economía crezca, sino que los mexicanos tengan lo suficiente para adquirir lo necesario, es decir, ¿le interesa en verdad el desarrollo o es demagogia pura lo que dice?

Lo curioso de sus afirmaciones carentes de todo sentido económico es que ninguno expresó idea alguna relacionada con las causas que darían como resultado el desarrollo o la inversión masiva. ¿Acaso ésta y aquél se concretarían dada la ausencia de explicación alguna de ambos, como resultado de un Acto de Fe?

El crecimiento en las economías abiertas es, lo sepan y lo acepten y entiendan o no ambos, resultado de varias causales entre las cuales destaca, por obvias razones, la ley y su respeto por todos sin distingo alguno. En otras palabras, si ese país carece de un Estado de derecho, muy difícilmente habrá crecimiento e inversión en el porcentaje y monto requerido.

De tenerlo, la confianza de los agentes económicos privados se fortalecería y los estimularía a tomar riesgos en ese país donde, como dije, la ley sería respetada. La inversión entonces generaría fuentes de empleo permanentes y la derrama salarial correspondiente, además de generación de riqueza e impuestos que fortalecerían el erario.

Esa inversión y sus efectos impulsarían el crecimiento y habría recursos para destinarlos al desarrollo, traducido éste en inversión para infraestructura, educación y servicios de salud, entre otros rubros.

Dada esta cadena de causa-efecto: confianza-inversión-crecimiento-desarrollo, ¿cómo alguien podría desdeñar los tres primeros elementos y privilegiar el desarrollo (¿Con deuda?) como planteó el político? Y el otro, ¿por qué desprecia el crecimiento y loa la inversión masiva sin tomar en cuenta que, en las economías abiertas, de no respetar la ley, y con la desconfianza que ello genera, no habría inversión, mucho menos masiva?

Información Excelsior.com.mx

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