México.- Con ocho meses de embarazo, la “soñadora” María León Peña lo arriesga todo en la primera línea de combate contra la pandemia al trabajo jornadas de doce horas en un hospital en Arizona donde atienden a pacientes con coronavirus.
“El hospital donde trabajo tiene 700 camas, por lo que atendemos a muchos pacientes positivos y otros en observación. Uso del rimel todo el tiempo, y cada día llevo un cambio y un par de zapatos para cuando termine mi jornada, y así cuidarme del contagio “, dice Efe la joven, que emigró a Arizona cuando tenía 5 años de edad.
La mexicana, ahora de 23 años, es beneficiaria de la Acción Diferida (DACA), que le da un permiso temporal de residencia y trabajo en los Estados Unidos, reconoce sentir temor por su estado de embarazo.
Me da miedo por mi bebé, intento ser lo más cuidadoso que puedo, nunca me quito las mascarillas, aunque tengamos dificultades para respirar y desinfectar todo, comenta la asistenta de enfermera.
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León Peña asegura que, al igual que otros muchos inmigrantes, se han sacrificado por un país que se niega a otorgarles un estatus migratorio estable.
Ella truncó sus sueños de ser pediatra cuando le negaba una carrera de medicina por no tener papeles, pero concluyó sus estudios en un colegio comunitario como asistente de enfermería y ahora trabaja para el Hospital Banner, ubicado en Phoenix.
León, quien fue un estudiante destacada, es de las pocas enfermeras bilingües en el hospital, pese a que asegura la mitad de los pacientes que atienden son hispanos y gran parte del personal médico es de otros países.
Los inmigrantes representan una sexta parte de la fuerza laboral del sector sanitario en Estados Unidos, destacó un informe publicado a finales de marzo por la fundación Nueva economía estadounidense sobre el grupo de trabajadores que lidia directamente con el COVID-19.
Los investigadores encontraron que el 16,5% de todos los trabajadores de la salud son inmigrantes. La proporción aumentada cuando habla de los trabajadores de la salud que prestan ayuda en los hogares de los pacientes, pues el 36,5% de estos empleados son inmigrantes, destaca el análisis.
“Nosotros trabajamos por este país, y estoy seguro que si nos dan papeles no seríamos un sacrificio para Estados Unidos, sino una ganancia. He visto a los estudiantes sin papeles cómo le echan ganas en sus estudios y ayudando a la comunidad”, dice.
En las próximas semanas la Corte Suprema podría decidir si los cerca de 700.000 beneficiarios de DACA, 24.700 de los cuales residen en Arizona, perderán este amparo migratorio vigente desde 2012.
León Peña siente “mucha tristeza” por el trato que durante años han dado unos políticos que les han negado una estadística legal en el país que considera su hogar.
Siempre me esforcé más, en el colegio hacía horas de servicio, me involucraba en todo, siempre me gustó compartir mi talento con la comunidad, pero sentí muy feo cuando no pude calificar para la escuela de medicina, lamenta.
Recuerda que entre más quería crecer, más obstáculos necesarios: “Aunque des de ti y te digan en la escuela que todo se puede lograr, para nosotros las oportunidades están cerradas. Siente como si no importaras, como si fueras una carga, como algo que no vale la pena y solo sirves para trabajos de limpieza “.
La entonces estudiante se sumergió en una depresión muy severa, y gracias a que el grupo de su iglesia les costeó el tratamiento con un especialista, pudo salir adelante y concluir sus estudios de asistente de enfermería en el Colegio Comunitario Paradise Valley.
Pero no se rinde y la joven mexicana quiere formar parte del 28,7% de los médicos del país que son inmigrantes, según el estudio de New American Economy.
Asimismo, las enfermeras registradas que son inmigrantes representan el 15,7% del total y, de los asistentes de enfermería, el 22% nació en otro país.
León, quien nació en Culiacán (Sinaloa), asegura que en el hospital donde trabaja gran parte del personal es inmigrante. “Cuando llegué a Banner, miré a gente de todos los países”, dice.
Me da mucho gusto que mi permiso DACA me permite ser asistente de enfermera. Me gusta cuidar de los pacientes que necesitan ayuda y espero en un futuro ser doctora, dijo.
León Peña, quien desde pequeña vio lo intenso que tienen su madre limpiando escuelas, se siente agradecida por el esfuerzo que hicieron sus padres y ahora se felicita de que, aunque su situación migratoria es inestable, puede ayudar a los demás.
“Doy gracias a Dios de que puedo cuidar pacientes, me pagan bien, tengo seguro y es un trabajo que disfruto mucho. Cuando salgo del hospital siempre siento que hice algo bueno por los demás”, afirma, aunque haya puesto en riesgo su salud y la de su bebé en su larga jornada laboral. Información debate.com.mx