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Escala puja por Morena

Por Enrique Aranda

Evidente como es la diversidad de fuerzas políticas y sociales que conviven al interior del partido-gobierno, nada parece más evidente hoy que el próximo proceso electoral interno de Morena estará marcado por la frontal y descarnada confrontación entre aquellas, en busca de consolidar posiciones de poder e intereses de cara a los comicios de 2021 o, incluso, las presidenciales de 2024.

Nos referimos, claro, del momento culmen de enfrentamientos que comenzaron a marcar al Movimiento Regeneración Nacional desde el momento mismo en que ganaron los comicios en julio de 2018 y, más de uno entre sus dirigentes, entendieron la dimensión de la victoria conseguida y las posibilidades de acumular poder —dinero, influencia social, visualización y posiciones— que ahora, y en cuando menos todo el sexenio, la misma les ofrecía. Hablamos, pues, de la encarnizada lucha por el poder que se viene dando al interior del grupo gobernante, ni más ni menos.

Así las cosas, será en noviembre cuando el gobierno y su partido, su incuestionable Andrés Manuel López Obrador, en especial, deberán enfrentar el reto de ir a un proceso de selección de dirigentes nacionales y/o estatales marcado por la división de sus activos en cuando menos dos grandes corrientes: los autodenominados lopezobradoristas puros que, de no ocurrir nada extraordinario que les obligue a cambiar, tienen en la cada vez más cuestionada Yeidckol Polevnsky y en la activista Bertha Luján, madre de la ¿titular? de Trabajo María Luis Alcalde a sus candidatas a la presidencia, mientras que, en el frente contrario, los neopejistas —“arribistas y pragmáticos”, define alguno de sus detractores— impulsarán a Mario Delgado y Alejandro Rojas Díaz Durán, expriistas de origen ambos, ebradistas-monrealistas en la actualidad, a apropiarse del control y de la (incipiente, prácticamente inexistente) estructura del partido oficial.

En cuestión de cinco meses, entonces, liderazgos de la inexplicada 4T pujarán, ahora entre ellos, por la consolidación de sus respectivas visiones político-partidistas o de gobierno y, más importante aún, de sus particulares posicionamientos ideológicos y/o doctrinales con miras a consolidar un movimiento no estructurado hasta ahora y que, sin embargo, constituye la mejor alternativa en la actualidad para alcanzar el poder, para tratar de consolidarlo y, obvio, intentar garantizar su permanencia más allá del 2024.

Las cartas pues parecen estar echadas y, en opinión de propios y extraños, la sola distribución de las fuerzas augura una disputa cruenta y sin concesiones de ninguna de las partes.

Asteriscos

* Ahora sí que “donde y cuando menos lo esperaba…”, saltó la liebre a la 4T que, en las radicalizadas protestas de elementos de la Policía Federal renuentes a sumarse a la Guardia (¿civil?) Nacional en condiciones laborales inciertas y la (visceral) reacción del secretario de Seguridad Alfonso Durazo y del gobierno, parece haber encontrado, literal, la horma de su zapato.

* ¡Vaya altas puntuaciones! las que los habitantes de Guadalupe, en Nuevo León, otorgaron a su priista alcaldesa Cristina Díaz en lo que a procuración de servicios, tales como alumbrado público, recolección de basura, suministro de agua y pavimentación de calles y avenidas refiere.

Veámonos el viernes con otro asunto De naturaleza política. Información Excelsior.com.mx

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