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Estrellita en la frente

Por Víctor Beltri

Visita relámpago, encuentro cordial, manos que se estrechan. Fotografías conjuntas, y la sonrisa —de oreja a oreja— de quien sabe que la fortuna le ha favorecido. Las cosas, sin duda, podrían haber sido muy distintas.

Muy distintas. La migración —legal o ilegal, no le importa— es uno de los principales temas en la campaña de reelección del presidente norteamericano, quien ha probado que la xenofobia es una inversión que le rinde buenos réditos. Desde la conspiración con la que puso en duda la nacionalidad del presidente Obama, hasta los cánticos con los que su base —ahora— pide la expulsión de otros estadunidenses al lugar del que vinieron sus padres. El racismo vende, sin duda: el racismo no necesita del sentido común.

El racismo no necesita del sentido común, y mucho menos cuando ha sido utilizado como un arma electoral, cuya eficacia ha sido probada por quien no tendría ningún reparo en volverla a usar para sus propios fines. El racismo vende, y despierta lo peor de las personas: el racismo es lo único que podría llevar a DJTa elegirse para un segundo periodo. Racismo y xenofobia, para una base ignorante que aplaude cuando su presidente dice lo que ellos no podían expresar.

Racismo y xenofobia que ayer, en la Ciudad de México, se trocaron por sonrisas y hashtags. Por una estrellita en la frente, inesperada hace mes y medio, y que, sin duda, ha sido fruto de la buena fortuna. Las cosas habrían sido muy distintas, de no haber sido por un incidente —para nuestro país— completamente fortuito: el aplazamiento, de una semana, de la comparecencia de Robert Mueller para informar, al Capitolio, sobre los resultados de su investigación.

Un suceso histórico, que, de haberse dado en la fecha programada, nos tendría con un panorama completamente distinto al que hoy asumimos. La política norteamericana está a punto de tener un vuelco, que podría cambiar las reglas del juego no sólo a nivel interno —o de relación bilateral, con nuestro país— sino que podría trastocar la tendencia que, hacia el populismo, comienza a imponerse en el mundo entero.

El Partido Demócrata lo apuesta todo, con tal de exhibir ante la opinión pública —y ante sus propios correligionarios— las irregularidades cometidas por el presidente en su relación con Rusia, así como los posibles delitos cometidos en torno a su campaña, y que pudieran ser motivo de un impeachment que, a la postre, pudiera traer consigo la defenestración del presidente norteamericano.

Un proceso en el que, sin embargo, no todos los demócratas están de acuerdo y, mucho menos, el resto de la población: de ahí la importancia de la comparecencia de Mueller, las declaraciones que pudieran surgir, y el dramatismo que sepan imponer a sus razonamientos quienes hoy velan las armas antes de lo que podría ser un enfrentamiento decisivo.

Un enfrentamiento para el que el mandatario norteamericano también se prepara, y ante cuya proximidad parece haberse reservado —por el momento— las armas de distracción masiva de las que dispone, y de las cuales —sin duda— las agresiones a nuestro país son parte fundamental. Una semana lo cambió todo: ya veremos, después del miércoles, cuánto dura la estrellita en la frente. Información Excelsior.com.mx

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