Por Víctor Beltri
“La idea del cubrebocas se convirtió en el instrumento con que las personas egoístas y los grupos sociales egoístas trataban de echarle la culpa a los demás”, afirmó Hugo López-Gatell hace apenas unos días. “Que se ponga el cubrebocas, porque si no me va a contaminar a mí, y a mi familia, a mi pequeño universo”, trató de ironizar el subsecretario, refiriéndose a quienes él considera como egoístas.
Los supuestos egoístas, o ciudadanos que trataron de cuidarse a pesar de su propio gobierno. Egoístas que advertían, con horror, que las medidas de salud emprendidas por esta administración, ante la pandemia, diferían por completo de las adoptadas en los países de primer mundo, que estaban logrando frenar las tasas de contagios y muertes a pesar de la emergencia. Egoístas que adoptaron las medidas de prevención recomendadas por gobiernos más responsables, que no apostaron a la inmunidad de rebaño esperada por el gobierno de México.
Hugo López-Gatell nunca fue capaz de entender la pandemia ni, mucho menos, de enfrentarla. “Primero, quiero dejarlo muy en claro, resolvimos que esto no se establece como una emergencia, no hay una emergencia relacionada con la entrada de coronavirus 2019 a México”, declararía en febrero de 2020. “La fuerza del Presidente es moral, no es una fuerza de contagio”, apuntaría, unos días después, para justificar las giras de su patrón, y su resistencia a utilizar el cubrebocas. Vaya farsante sanitario.
Después vendría la negativa al cierre de actividades, que justificó con un desquiciado ejemplo relativo a las escuelas: “Si me espero aún más y tengo a 100 infectados es todavía más efectiva la intervención porque estoy evitando que 100, tienen una mayor fuerza de infección para contagiar a los 900 restantes y así sucesivamente hasta llegar a un punto en donde llegó a la máxima utilidad de la intervención y es cuando un volumen muy grande, vamos a pensar, 400 niños, tienen la fuerza de 400 para infectar a los 600 que restan, ésa sería la máxima utilidad de la infección”. Así de confuso.
Baia baia, con el subsecretario: por lo visto, su actuación demoró demasiado tiempo. Los muertos se acumularon, mientras que López-Gatell dibujaba la curva que le convenía al Presidente. “¡Aplanamos la curva!”, celebró el mandatario desde mayo del 2020, y orilló al mandatario al ridículo, mundial, de haber declarado domada la pandemia antes de tiempo. Sobre las pruebas a las que se negó —y prohibió al sector privado— de acuerdo con sus criterios, ni hablar: “Insistimos: es improcedente el planteamiento de hacer pruebas generalizadas para diagnosticar covid-19”, afirmó, en julio del mismo año, a contracorriente de la opinión de —literal— el mundo entero.
A los desvaríos seguirían las contradicciones, la frivolidad, los escándalos. López-Gatell tenía una misión, sin embargo, que ha sabido cumplir. La pandemia ha sido —en unos años se verá— el mayor evento, en materia de salud, que hemos tenido que enfrentar en décadas. Disfrazarlo, desde un principio, ha sido la única razón para tener como funcionario no sólo a un inepto, sino a un adulador sin escrúpulos dispuesto a cualquier cosa con tal de quedar bien con su jefe. Nuestro subsecretario no ha sido más que un gutierritos con fortuna.
Misión cumplida, Doctor Muerte. Su mérito profesional está en entredicho, su objetividad se cuestiona cada vez que abre la boca. Nadie cree en sus palabras, su prestigio está deshecho y, después del sucio servicio que ha realizado a la 4T —y las centenas de miles de muertos que su gestión ha acarreado—, jamás podrá ser tomado en serio por cualquier organismo internacional.
Su carrera terminó en las conferencias de prensa, como su reputación en las declaraciones sin mayor sentido que el apoyo a quien pretendía ser otro imbécil. El Doctor Muerte se burla de quienes han tratado de cuidarse —a pesar de sus descalificaciones— y sigue definiendo como egoístas a quienes no están dispuestos a morir con tal de seguir con sus estupideces. Todo es, simplemente, cuestión de tiempo. Feliz Día de Muertos, Doctor Muerte.
@vbeltri
Información Excelsior.com.mx