Actualmente, los paraderos del Metro de CDMX ya no sólo atraen a diversos ambulantes, sino también las miradas de los empresarios que buscan desarrollar proyectos como centros comerciales, edificios de oficinas y departamentos.
Los paraderos del Metro de la Ciudad de México han atraído por décadas a miles de vendedores ambulantes y ahora a empresarios como Ángel Losada, presidente de Grupo Gigante, que recientemente mostró interés por modernizar el Centro de Transferencia Modal (Cetram) de Taxqueña, tras el derrumbe de la tienda Soriana, luego del sismo del 19 de septiembre.
La intención manifiesta del empresario es integrar en ese espacio una solución de transporte con un centro comercial, edificios de oficinas y departamentos.
A la fecha hay nueve proyectos para desarrollar, la mayoría como centros comerciales en paraderos importantes del Metro, en los que el Gobierno de la Ciudad de México tiene prevista una inversión de 17 mil millones de pesos, entre los que destacan: la modernización de las estaciones Chapultepec, Constitución de 1917, San Lázaro, Tacubaya y Observatorio.
Para los expertos, el desarrollo de estos proyectos significa un impulso importante en términos de movilidad, seguridad y economía para los lugares donde se instalan, además de un negocio interesante para firmas como Carso, Gicsa y la paraestatal PROCDMX, que participan en algunas de las remodelaciones.
“Es una gran idea la conversión que se le está dando a los Cetram porque resuelves varias cosas. Estos lugares son centros de acopio de personas muy importantes y son ideales para hacer áreas comerciales donde tiene un flujo importante de gente, así como áreas de oficina y entretenimiento, lo que los convierte en centros de transferencia y de reunión”, dijo Víctor Lachica, director de la firma de corretaje Cushman & Wakefield.
De acuerdo con estimaciones de analistas, la cap rate -medida de rentabilidad de un activo inmobiliario- de un Cetram constituido como desarrollo de usos mixtos alcanza el 20 por ciento, por encima del 8 por ciento promedio que registra Fibra Uno, el mayor fideicomiso inmobiliario del país, en sus propiedades.
“Estos proyectos son muy rentables, pues utilizan áreas que anteriormente eran muertas, que estaban llenas de ambulantaje y comercio informal y hoy los desarrolladores pueden establecer centros comerciales con más giros y con una clientela cautiva importante”, consideró Fernanda Trillo, vicepresidente de Coldwell Banker Commercial.
De los proyectos previstos por el gobierno capitalino, el de la estación Constitución de 1917 contempla la remodelación de los andenes para transporte público, un desarrollo comercial con cine y un área de comida rápida. Estiman que éste comience a operar en cerca de dos años.
En tanto, el correspondiente al Metro Chapultepec considera un basamento comercial de tres niveles, un hotel de siete pisos y una torre de oficinas de 39 niveles, así como un estacionamiento de cinco pisos. Su entrega sería dentro de cuatro años.
En el caso del proyecto de Martin Carrera se prevé un inmueble para albergar un área comercial de entretenimiento y servicios, que funcionará dentro de dos años.
“Dado los tiempos de traslado que observamos en la Ciudad de México, que por tercer año consecutivo esta rankeada como la urbe que más tiempo utiliza para traslados, la operabilidad entre un Cetram y un centro comercial es mucho más relevante, pues te permite atacar a un flujo de peatones importante”, explicó Leonardo González, analista de Real Estate del portal inmobiliario Propiedades.com.
Agregó que existe una vinculación entre la seguridad y el flujo de clientes que acuden con diferentes orientaciones de consumo a estos centros comerciales. Actualmente ya existen cuatro Cetram que sirven de centro comercial, e incluso con hoteles y oficinas, como el de Cuatro Caminos, edificado por Carso. El inmueble abrió en abril de 2017 y cuenta con un área construida de 160 mil metros cuadrados (m2).
Además, está el Mexipuerto de Ciudad Azteca, también de Carso con 75 mil m2; el de El Rosario de Carso y PROCDMX que se inauguró a finales de 2013 y posee 50 mil metros cuadrados de construcción.
A éste se suma el de Buenavista, que abrió a finales de 2016 con una inversión puramente pública y que conecta directamente con el Fórum Buenavista de Gicsa. Información El Financiero