Por Francisco Garfias
Ricardo Monreal se la jugó y ganó. Si la bancada de Morena se le hubiese volteado a su coordinador en la votación sobre la Guardia Nacional, con mando civil real, hoy sería un fusible quemado.
Y es que a los duros del guinda no les conviene que el político zacatecano emerja de este histórico capítulo —merece el calificativo— como el hombre que supo conciliar con la oposición.
Pero también convencer al Presidente, derrotar las resistencias internas y poner su parte para acabar con el fantasma de la militarización de la Seguridad Pública.
Francotiradores no faltaron entre los guindas. En el Senado y en Morena. Sabemos que hubo intentos de torpedear el acuerdo unánime de los grupos parlamentarios, aun después de anunciado. Fracasaron.
Dicho esto, no podemos regatear la apertura mostrada por los senadores del Movimiento Regeneración Nacional. Sin ella seguiríamos en el limbo.
Hoy vivimos tiempos violentísimos. La brutalidad se impone. El pasado enero ha sido el mes más violento desde que se llevan estadísticas, dos mil 452 homicidios dolosos, según el Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública.
México ya no puede perder en tempo en grillas baratas. Hay que caminar juntos, consensuar, acordar, enfrentar al crimen con nuevas estrategias que no sólo se basen en el uso de la fuerza. Hoy sabemos que las Fuerzas Armadas regresan a los cuarteles dentro de cinco años, si los diputados aprueban la minuta.
Pero también, que la Guardia Civil será una institución policial adscrita a la Secretaría de Seguridad Pública, que habrá controles institucionales, fortalecimiento de las policías, respeto al federalismo y que hay un compromiso de respetar los tratados internacionales sobre derechos humanos.
“¡Sí se pudo!”, decían las pancartas que jubilosos alzaban integrantes del colectivo Seguridad sin guerra, que, valga la redundancia, le declararon la guerra a la militarización de la seguridad pública y salieron airosos.
Fue también una jornada victoriosa para el bloque opositor en la Cámara Alta. El llamado G4 (PAN, PRI, MC, PRD). Ya se dieron cuenta de que juntos son más fuertes y pueden ser contrapeso a la maquinaria de Morena.
“Es un antes y un después”, consideró Mauricio Kuri, coordinador de los senadores del PAN, al comentar el acuerdo sobre la GN. Su homólogo del PRD, Miguel Mancera, añadió: “Triunfó la razón sobre la emoción, el impulso”.
El priista Miguel Osorio Chong dijo que “es una victoria para la buena política. La que dialoga, la que escucha, la que sabe construir a partir de acuerdos entre distintos”.
El emecista Dante Delgado no se quedó atrás. Dijo “sí a continuar apoyando, sí a que los ciudadanos sean escuchados por los senadores”. Raúl Bolaños Cacho, del PVEM, celebró que, por fin, los grupos parlamentarios hayan puesto a México “en el centro de las decisiones”.
El panista Kuri se mostraba, incluso, sorprendido de que prestigiados politólogos o activistas de la organización Seguridad sin guerra estuvieran allí para respaldar el acuerdo unánime logrado por grupos parlamentarios de diverso signo ideológico.
“Nunca me imaginé que Denise Dresser se sumara públicamente al reconocimiento que tiene el acuerdo”, nos dijo.
El aguerrido senador independiente, Emilio Álvarez Icaza, nos contó que la noche del miércoles se fue a su casa preocupado y pesimista sobre la no militarización de la Guardia Nacional. “Pensaba regresar a la sesión del jueves con una antorcha y un bote de gasolina” , bromeó.
Un tema que se complicó fue el de los militares que se van a integrar a la Guardia Nacional. Aquí publicamos, hace dos días, que a los soldados y marinos que pasen a ese nuevo cuerpo de seguridad pública que se va a crear les será reconocida antigüedad y prestaciones.
Podrán regresar al Ejército y a la Armada cuando las circunstancias lo permitan o ellos así lo decidan. Irían en calidad de “prestados”, para utilizar un término coloquial.
Pero la minuta llegó al pleno mal redactada. Decía que los elementos que se incorporaran a la GN serían “dados de baja” de las Fuerzas Armadas. La bronca es que si te das de baja del Ejército o la Marina, ya no puedes regresar.
“Darse de baja es para ellos deshonroso”, nos dijo una fuente que participó en las negociaciones. Pero el texto se corrigió. Los militares serán “prestados”. Eso permitió la unanimidad.
Las negociaciones estuvieron “muy cabronas”. Se extendieron hasta las primeras horas de la madrugada del jueves.
Había representantes del Ejecutivo. Zoé Robledo, subsecretario de Gobernación; Jorge Alcocer, coordinador de asesores de Olga Sánchez Cordero. También gente de Sedena, de la Marina, de la Secretaría de Seguridad Pública en la mesa de negociaciones entre los grupos parlamentarios.
Cada coma, cada palabra, cada concepto modificado era consultado con el Ejecutivo. “Espérenme, voy a preguntar”, decían.
No es difícil imaginar que el presidente López Obrador llegó ayer bien informado de lo que se venía cuando ofreció su conferencia mañanera en Palacio Nacional.
Allí dijo que no aceptará leyes que no resuelvan el problema de la inseguridad y la violencia. Se mostró ambiguo. Será hasta hoy que fije postura, dijo.
El diputado Mario Delgado ha alimentado las especulaciones de que en San Lázaro le darán macha atrás a los cambios y volverán a la redacción que ellos ya habían aprobado cuando les regresen la minuta.
Si se produjera ese supuesto —lo que vemos muy difícil—, la Guardia Nacional ya no podría discutirse, por lo menos en este periodo ordinario. Así lo dispone el artículo de la Constitución.
Podemos, incluso, apostar que los duros se quedarán con las ganas de meter reversa. El secretario de Seguridad Pública, Alfonso Durazo, ya declaró que está de acuerdo con todos los términos de la minuta aprobada y hasta dijo que “será un cuerpo de excelencia”.
Y les puedo jurar que no se fue por la libre. Información Excelsior.com.mx