Por Enrique Aranda
Si bien la unánime aprobación de la reforma constitucional que da paso a la constitución de la Guardia Nacional propuesta por el actual gobierno mereció, por parte de Morena y sus partidos-satélite —Encuentro Social, del Trabajo y Verde— y del resto de las fracciones parlamentarias en el Senado, toda suerte de elogios y reconocimientos, lo cierto es que la suerte final de la misma no está, en forma alguna, definida.
Y no lo está, porque si bien el coordinador-líder de la mayoría lopezobradorista en la Cámara alta Ricardo Monreal Ávila se esforzó por presentar la concertación lograda con las minorías opositoras de Partido Revolucionario Institucional y el Partido Acción Nacional, fundamentalmente, como “un logro histórico…”.
Lo cierto es que tanto en la colegisladora y en la sede del Ejecutivo federal quedó más que claro, ¡aún antes de su aprobación formal!, el rechazo a una Guardia Nacional de corte esencialmente civilista y no militar, con controles parlamentarios y contrapesos, como la que finalmente se autorizó.
Más todavía, tanto el coordinador moreno en San Lázaro Mario Delgado como el inquilino de Palacio Nacional Andrés Manuel López Obrador no dudaron en advertir, el primero, que a él le gustaba más el modelo que salió de ahí, de la Cámara de Diputados, que era una policía militarizada y mando mixto.
En tanto que el segundo, en su tradicional mañanera, reiteró su convicción de que el referido cuerpo debe tener un mando militar y alertó que en el gobierno que encabeza “no queremos ser simuladores, no vamos a aceptar leyes que no resuelven el problema (de seguridad). No queremos una reedición de la Policía Federal que no funcionó”.
Así las cosas entonces, habría que prever que los diputados de Morena y aliados pretendan hacer modificaciones a la minuta que, hoy mismo, podrían estar recibiendo del Senado o, por ejemplo, que el Presidente
adelante un eventual rechazo formal o veto a la legislación de marras y que ello, formalmente, deje a la deriva la creación de un cuerpo de seguridad cuya constitución se considera esencial para enfrentar el grave problema de inseguridad y violencia que se vive a todo lo largo y ancho del país.
Lo que no sería en forma alguno positivo porque, en el supuesto de que la Cámara baja pretendiera hacer nuevos cambios a la minuta, la eventual aprobación de éstos, quedarían sujetos a los supuestos del artículo 72 constitucional, según los cuales “si las adiciones o reformas hechas por la Cámara revisora (el Senado) fueren reprobadas por la mayoría de votos en la Cámara de origen (Diputados), volverán a aquella para que tome en consideración las razones de ésta.
No se debe perder de vista que si por mayoría absoluta de votos… se desecharen en esta segunda revisión… el proyecto, en lo que haya sido aprobado por ambas cámaras se pasará al Ejecutivo” (para su publicación).
Y más: “si la Cámara revisora insistiera, con la mayoría absoluta de votos presentes en dichas adiciones o reformas, todo el proyecto no volverá a presentarse sino hasta el siguiente período de sesiones…”.
Definitiva entonces la aprobación senatorial de ayer, no; como tampoco su previsible avance hasta ser expedida por el Ejecutivo.
ASTERISCOS
*Sin pronunciamiento aún sobre el posible conflicto de interés de Georgina Santiago, del Instuto Federal de Telecomunicaciones, encargada del expediente de fusión Disney-Fox, aunque sí se ha revelado que incurrió en irregularidades al presentar sus declaraciones patrimoniales, aunque no recibió sanción por ello. Son esos casos en que algunos se ponen en el ojo del huracán por sus prácticas poco claras.
- Se equivocan, habría que decir, quienes pretenden interpretar “con perspectiva política…”, lo que eso sea, la decisión del veracruzano Héctor Yunes Landa de dejar su curul en San Lázaro dado que, para decirlo pronto, el móvil de la misma no fue otro que “atender a una dolencia que podría tornarse grave”.
Veámonos el domingo, con otro asunto De naturaleza política. Información Excelsior.com.mx
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