A lo largo de la extensa y anárquica frontera entre Venezuela y Colombia, los ladrones de ganado están robando y vendiendo vacas a través de la frontera, a menudo en plena noche.
Sobornan a los guardias fronterizos para que crucen el ganado. Las vacas son sacrificadas -cerca de 250 mil al año- en improvisados mataderos colombianos y la carne se vende por tres veces más de lo que vale en Venezuela.
El negocio genera 135 millones de dólares al año, según estimados de la federación ganadera colombiana. Pero es sólo uno de los crecientes negocios fraudulentos de contrabando transfronterizos que incluyen gasolina, cobre robado, chatarra, huevos, tomates y ropa.
También es sólo otro síntoma de la implosión de la economía de Venezuela, que ha provocado efectos indirectos en otros lugares. La caída de la producción de petróleo en un país con las reservas más grandes del mundo ha ayudado a impulsar los precios mundiales de la energía. Mientras tanto, la reducción de ingresos por concepto de exportaciones ha llevado a Venezuela hacia un incumplimiento de bonos negociados internacionalmente con valor de 64 mil millones de dólares.
El robo de ganado también provocó un nuevo brote de fiebre aftosa en Colombia el año pasado, por primera vez en casi una década.
“El peligro más grande que enfrentamos en este momento es el contrabando, principalmente de ganado bovino, desde Venezuela”, dijo el mes pasado Juan Manuel Santos, el presidente colombiano, al acoger la decisión de levantar la prohibición de las exportaciones colombianas de carne. “En Venezuela no hay controles para luchar contra la fiebre aftosa”.
Debido a los controles de precios establecidos en una gama de productos por parte del gobierno socialista del presidente Nicolás Maduro, comerciar en Venezuela se ha vuelto económico para cualquiera que tenga moneda extranjera.
Las bandas criminales han aprovechado las oportunidades que se han presentado debido a esta situación. Insight Crime, una fundación con sede en Medellín, dice que dos grandes grupos criminales colombianos, los Rastrojos y los Urabeños, están luchando por el control del contrabando en Cúcuta, una ciudad fronteriza separada de Venezuela por una pasarela peatonal.
Aunque Maduro culpa regularmente a los saboteadores no identificados por los problemas económicos en su país, es probable que la combinación de la hiperinflación y control de precios también sea culpable. Algunos ganaderos venezolanos ya no venden carne a nivel local, ya que es más lucrativo venderla a contrabandistas.
El comercio más lucrativo de todos es el de la gasolina. De acuerdo con estimados, sacan del país unos 100 mil barriles de petróleo diarios, donde los automovilistas llenan sus tanques por un par de centavos de dólar, luego desvían el combustible y se lo venden a las pandillas que a su vez lo envían a Colombia con un margen de ganancia del dos mil por ciento. Información El Financiero