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Héroes hoy, ¿y mañana?

Por Yuriria Sierra

Hoy es la pandemia por COVID-19, antes han sido otras tantas enfermedades y en un futuro inmediato y a largo plazo será todo eso junto. También han sido situaciones extraordinarias, productos de catástrofes o accidentes. En salas de espera llenas, en espacios de atención repletos… incluso en áreas de emergencia a medianoche, un fin de semana de no confinamiento. Ahí están ellas y ellos. Siempre y pocas, muy pocas veces los vemos más allá de su ropa clínica. Si es trabajador de la salud, tendrá la obligación de atendernos por encima de sus necesidades, pensamos. Qué importa que sea domingo de madrugada. Qué importa la prevención y la responsabilidad por nuestra propia salud, que para eso están, creemos.

Tuvo que llegar el coronavirus para que entendiéramos la complejidad de ejercer una profesión con tantas carencias, pero de alta exigencia. Poner su vida en riesgo para salvar otras, eso es cualidad de quien profesa una vocación. Arriesgarse todos los días a un contagio, pasar varias horas sin comer o dormir para atender a heridos tras un percance. Ahí están siempre.

Desde el inicio de la pandemia en nuestro país, 8 mil 544 trabajadores de la salud se han contagiado de COVID-19. Por lo menos 111 han muerto. Además, si no es el virus, algunos más son víctimas de la otra pandemia, la de la violencia y la discriminación. Aquí hemos hablado de las agresiones que se han presentado. Desde letreros en la puerta de su casa, donde vecinos piden que duerman en otro lado por miedo a un contagio, o la negación de un servicio, como el transporte público o hasta ser bañados en cloro o incluso golpeados. Y a esto hay que sumar que pagan de su bolsa los insumos necesarios para su larga jornada de trabajo. Y, a últimos días, incluso el desdén de un Presidente que, antes de reconocer su labor, prefirió hablar de los que mercantilizan la profesión. Y sí, luego sus disculpas, pero el golpe ahí quedó.

Hoy les llamamos héroes, porque ellas y ellos están ahí a pesar del zigzagueo de las autoridades para evadir su responsabilidad en las condiciones del sistema de salud. Están en pie de lucha y en primera línea combatiendo un virus que llegó para quedarse y para el que no hay cura ni vacuna, no al menos en un futuro inmediato. Por ahora, sólo proyectos en desarrollo y tratamientos bajo estudio, llenos de preguntas y esperanza. Pero, ¿qué sucederá cuando la pandemia se calme? ¿Qué cuando se aplane la curva? ¿Qué cuando nos instalemos en la que ya llaman “nueva normalidad”?

Los aplausos y reconocimientos, hoy son el vehículo más inmediato y a nuestro alcance para mostrarles agradecimiento. Cuando esos días de reencuentro con el cotidiano lleguen, también deberán estar acompañados de empatía, cuando esos mismos que atienden a quienes enferman exijan lo mínimo indispensable para ejercer su profesión, así lo hagan en protesta en las calles; empatía, cuando tomen un descanso antes de dar atención a un paciente. Son héroes, sin duda, pero también tan humanos como todos. Y este momento que vive el mundo debe servir para darle al servicio de salud su lugar vital dentro de la sociedad y en la configuración de políticas públicas, deberá servir para dejarlo libre de cualquier carencia. Ése, tal vez, incluso más que los aplausos, sería el mejor homenaje que podríamos hacer a quienes se juegan incluso su propia vida. Información Excelsior.com.mx

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