Después de tres años con dos meses de estar recluida en el Centro de Readaptación Social Femenil de San José del Alto, Querétaro, por un delito que no cometió, y recibir una disculpa pública 11 años después por parte de la Procuraduría General de la República, lo único que quiere la indígena otomí Jacinta Francisco Marcial, es que la dependencia se cerciore de que quienes están tras las rejas realmente sean culpable; y así nadie pase por el infierno que ella vivió.
-¿Ha cambiado algo con la disculpa que te ofreció el gobierno y la PGR?
-¿Cómo se sintió?
“Cuando me pidieron la disculpa, me dijeron que me arreglara, yo no tenía ganas porque no iba a ninguna fiesta, tenía coraje”.
-No es fácil, estuviste en la cárcel tres años…
“Sí, es difícil estar en prisión, quiero salir adelante, pero todo se queda en tu mente y tu corazón, yo sólo quiero recuperar mi vida”.
-¿Recuerdas cuando te llevaron presa?
“El día que me detuvieron estuve juntando gente para una peregrinación en octubre. Cuando llegué a mi casa, a las 6 de la tarde, estaba una señora y un señor, ella me dijo: ‘¿eres la señora Jacinta?’, le respondí: ‘sí’; me agarró por el cuello, me empujó y me metió a un carro. Ese día me dijeron que nada más iba a declarar unas cosas, nunca me comentaron que me iban a llevar a la cárcel”.
-¿Y el día que salió de prisión?
-¿Qué fue lo más difícil?
“Lo que más me dolió fue haberme perdido la graduación de primaria y bachillerato de dos de mis hijos, y no pasar tiempo con mi familia. Mi hijo falleció cinco meses después de que salí en libertad. A veces lloro de impotencia y dolor. Los tres años que perdí de no estar con mis hijos no van a volver, mi hijo tenía 20 años cuando sufrió un accidente de automóvil y murió. Como que la familia queda traumada, se queda con preocupaciones, nervios; creo que en su mente, mi hijo estaba así y tuvo el accidente”.
-Dinos cómo has retomado tus actividades…
“Me gusta salir a trabajar, platicar con alguien, así estoy pasando los días. Al principio me daba pena salir, aunque prefiero ir a vender dulces, porque si me quedo en la casa los recuerdos de la cárcel vienen a mi mente”, concluyó.