Peto, Yucatán(Bernardo Caamal Itzá)
“En mi colonia los perros andan sueltos, uno de ellos, es tan bravo que solo al cruzar la calle, se te avienta a morder, y fue en uno de esos mordió a mi suegra” me confió al viajar en su tricimoto de Peto.
-Fue en ese día cuando me comprometí a devolver al perro la mordida.
No pasó muchos días, y en eso me emborraché, y al calor de las copas, no me di cuenta cuando llegue donde estaba el perro, y en eso el can se le abalanzo encima, y él busco la forma de morderme ¡Sorpresa! Lo mordí lo más duro que pude y huyo de dolor…
Y, en eso mi esposa me hablo ¿Mordiste al perro? -¡No me acuerdo! Estaba tan borracho que no me di cuenta. Ahora cada vez que el perro me ve, sale huyendo…¡No que no…!