Por Enrique Aranda
Si bien al interior de Acción Nacional se insiste en posicionar la falaz especie de que el partido vive ahora “un singular y democrático proceso de elección interna…” con miras a definir a su candidato presidencial, lo único cierto es que el mismo no es más que una puesta en escena orientada a convencer a la sociedad en general —a la que, creemos, consideran estúpida— de que el grotesco autodestape de Ricardo Anaya Cortés como precandidato a la nominación, el pasado domingo, fue un acto apegado a los más estrictos estándares democráticos.
El hecho mismo de que, desde ya, el blanquiazul destine parte sustancial de los miles de spots (con cargo al erario) que a manera de prerrogativa le otorga el Instituto Nacional Electoral, a la promoción de su exdirigente nacional, igual que la nada discreta presencia y participación de personal del partido —“que cobra en el búnker azul, obvio”— en el diseño y organización de actos de “precampaña” para el queretano, evidencian que lo que vive, ahora, el Partido Acción Nacional no es en forma alguna un proceso democrático y trasparente sino, para decirlo pronto, una burda copia de los cuestionables rituales priistas de selección-unción de candidatos.
Y ello, claro, además de la implícita resistencia de que otros aspirantes a la ansiada nominación vienen mostrando a participar en un proceso que ni es democrático ni es transparente… y a la vista del cual, lo menos que es dable pensar, insistamos, es que fue diseñado “con dedicatoria” o, si se prefiere, con la explícita intención de entronizar como candidato panista a Anaya Cortés para que él, en su momento, lo sea también de la antinatural alianza electoral signada con el Partido de la Revolución Democrática y Movimiento Ciudadano.
Porque hasta ahora, vea usted, y con la sola excepción del excanciller foxista y rector de la Universidad de las Américas, Luis Ernesto Derbez Bautista, quien el pasado viernes dejó la competencia, ninguno de los que en otro tiempo hablaron de que buscarían la candidatura presidencial, ha definido si participará o no en el cuestionado proceso “interno”… al margen, claro, de que en círculos cercanos al exgobernador poblano Rafael
Moreno Valle se dé ya por hecho que “no existen condiciones…” y que en las periferias del también exmandatario estatal Juan Carlos Romero Hicks, se confíe que en cuestión de horas el guanajuatense fijará una posición o, incluso, del veleidoso posicionamiento que ha venido externando, ante sus más fieles, el anayista senador Ernesto Ruffo Appel, quien, en opinión de quienes saben, podría ser el único que, finalmente, decidiera hacer el papel secundario en ésta trascendental puesta en escena cuyas repercusiones, sin temor a equivocarnos, podemos augurar que impactarán en 2018.
Al tiempo pues.
ASTERISCOS
* El precandidato de Morena al gobierno de Jalisco, Carlos Lomelí Bolaños destacó que no existen fórmulas mágicas para superar los problemas del estado, y urgió a optimizar recursos vía la erradicación de gastos superfluos o innecesarios, no tratar de cambiar leyes sólo por lucimiento y trabajar por quienes más afectan las crisis, la inseguridad y la falta de servicios.
* En medio del debate sobre la recién aprobada Ley de Seguridad Interior, el coordinador senatorial priista, Emilio Gamboa Patrón, defendió la misma pues, dijo, “brinda un marco jurídico a las Fuerzas Armadas en el combate a la delincuencia y regula la función del Estado al establecer bases, procedimientos y modalidad de coordinación entre los Poderes de la Unión”.
* Punto a favor, sin duda, del Fondo Nacional para el Consumo de los Trabajadores (Fonacot) y su titular César Alberto Martínez Baranda, el refrendo con perspectiva estable que, entre otras cosas, HR Ratings otorgó al instituto, por su adecuado índice de capitalización y el creciente ritmo de colocación de su cartera que, al tercer trimestre, crecía 11.5% respecto de 2016.
Veámonos el miércoles, con otro asunto De naturaleza política.
Twitter:@EnriqueArandaP
Información Excelsior.com.mx