Por Jorge Fernández Menéndez
Karime Macías, la esposa del exgobernador Javier Duarte, fue detenida en Londres. En realidad, se asegura, fue ella la que, aconsejada por sus abogados, se presentó ante las autoridades británicas, ante las que previamente había solicitado asilo político. Horas después fue dejada en libertad, luego de pagar una fianza de 150 mil libras, mientras se define su situación legal.
Lo cierto es que la historia de los Duarte, de Javier y
de Karime, parece ser la historia de una eterna negociación. Cuando Javier fue detenido en Guatemala, el propio exgobernador argumentó que, en realidad, había sido una detención negociada a cambio de que acabara la persecución contra su esposa y su familia. Karime después de eso partió con los hijos de Javier a Londres.
Pero los tiempos cambiaron, Peña Nieto dejó de ser presidente de la República, pero antes, en Veracruz, Miguel Ángel Yunes, el principal acusador de Duarte, perdió la gubernatura contra el candidato de Morena, Cuitláhuac García. Se ha argumentado que una de las causas del distanciamiento profundo de Duarte con la administración Peña, sobre todo con las dirigencias priistas y los mandos de Gobernación, se dio, más allá de las acusaciones de corrupción, porque en su enfrentamiento con Miguel Ángel Yunes, Duarte, entonces gobernador de
Veracruz, apoyó a Morena en contra de Yunes, con la idea de dividir el voto opositor en el estado.
Lo que sucedió es que ese apoyo, así sea indirecto, le dio a Morena un crecimiento que no tenía en la entidad. Las elecciones de 2016
las ganó Yunes, pero Morena estuvo a punto
de superar al PRI. Dos años después, muchos de los duartistas apoyaron a Cuitláhuac
García.
Se dice, son versiones, pero así es la política veracruzana, que Duarte habría llegado a un acuerdo que le permitiría dejar pronto la cárcel. En los hechos, la mayoría de los procesos que tenía en su contra se han ido diluyendo y desde la cárcel da entrevistas, escribe una columna, contesta a sus críticos.
La orden de detención de Karime puede ser una suerte de ajuste de cuentas con Duarte, la revitalización de sus procesos o quizás todo lo contrario, un paso necesario para la posterior liberación tanto del exgobernador como de su esposa. Ya veremos.
En la errática política veracruzana de venganzas personales y alianzas siempre cambiantes, que van más allá de los partidos, todo es posible.
La fuente presidencial
Lo que está ocurriendo con el presidente López Obrador y la fuente presidencial es grave, no sólo por el accidente que sufrieron los compañeros reporteros que se volcaron en una destartalada camioneta mientras intentaban seguir las Suburban del jefe del Ejecutivo y sus custodias, sino por el manifiesto desinterés, que nunca había visto reflejado de esa manera, del Presidente por quienes cubren sus actividades cotidianas.
Cubrir la Presidencia de la República, quien sea el presidente, es una tarea compleja, difícil, donde en muchas ocasiones se debe trabajar en el límite, no sólo de la información, sino también del tiempo. Las agendas presidenciales no suelen contemplar espacios para escribir, enviar información para radio y televisión.
El Presidente abandonó el avión presidencial y usa vuelos de línea, pero entonces los reporteros no pueden acompañarlo.
En los estados, la fuente se está trasladando en camionetas o combis que llevan a varios reporteros sin condiciones mínimas,
no hablemos para hacer su trabajo, sino para ir con cierta comodidad durante las largas horas de trayectos que gusta realizar el Presidente por tierra.
El del fin de semana es el tercer accidente que sufren. En este último hubo golpeados, heridos, fracturados. Ante los reclamos por las condiciones en las que tienen que hacer su trabajo, el propio Presidente les dijo, con otras palabras, que eran prescindibles, que sus actividades las cubrieran los corresponsales estatales de los medios o que se basaran en la información que “ellos mismos”, o sea el gobierno, proporcionaba. Sostuvo que el gobierno no tenía dinero para apoyar a los medios, obviando un hecho público: desde el gobierno de Carlos Salinas los medios cubrían los gastos de sus enviados a la fuente presidencial.
En Los Pinos había una agencia que se encargaba de organizar esas coberturas y cobrarlas a los medios de comunicación. Funcionó durante cinco sexenios, pero al llegar López Obrador se canceló ese servicio.
La fuente sigue pagando sus viajes y sus hoteles, pero ahora sin apoyo logístico alguno de Presidencia, salvo los traslados internos.
Parece que no se trata de dinero ni de logística, sino de simple desinterés… o desprecio. Información Excelsior.com.mx