Por: Jorge Fernández Menéndez
Si usted no se había asombrado de que Elba Esther Gordillo abandonara su posición como la más malvada integrante de la mafia del poder para convertirse en una leal aliada de López Obrador, ahora puede hacerlo con la súbita conversión de Lino Korrodi en nuevo amigo de Andrés Manuel.
Lino es un personaje singular que muchos conocimos cuando se convirtió en el principal operador y recaudador de Vicente Fox en la campaña para el año 2000. Creó junto con el fallecido José Luis El Bigotón González la candidatura de Fox y con ello la organización de los Amigos de Fox, para recaudar dinero para la campaña sin que pasara por el PAN. Fox, en los hechos, le arrebató la candidatura a Acción Nacional porque, entre otras cosas, tenía amplias vías de financiamiento que no pasaban por el partido, lo que fue aún más manifiesto durante la campaña electoral.
Korrodi fue artífice de eso y cuando llegó la hora de gobernar prefirió, dicen, quedar fuera del gabinete para poder operar otro tipo de acuerdos y negocios. Korrodi no rompió con Fox por diferencias políticas, rompió porque Fox decidió casarse con Marta Sahagún, con la que Lino estaba profundamente distanciado desde la campaña (había un grupo, al que pertenecía Lino, que impulsaba que don Vicente regresara con su exesposa Lilián de la Concha) y le dio preeminencia en su entorno. También influyó que se castigara a la organización Amigos de Fox con una multa millonaria, por haber obtenido y utilizado fondos ilícitos en la campaña electoral, aunque nadie sabe en realidad cuánto se recaudó y dónde terminó finalmente todo ese dinero.
Ahora, Korrodi aparece con Andrés Manuel y éste declara que “a todo el mundo hay que darle otra oportunidad de rehacer su vida”. Por supuesto que esa oportunidad sólo se obtiene apoyando al propio Andrés Manuel, en versión más evangélica que nunca. Tanto que ahí ya han recalado Elba Esther y personajes como Fernando Espino, el líder del sindicato del Metro, procesado, por cierto, por el gobierno capitalino por malos manejos; el intachable exlíder del PRI mexiquense con Arturo Montiel, Isidro Pastor; Napoleón Gómez Urrutia, líder del sindicato minero, prófugo durante años en Canadá; Manuel Bartlett, que esta misma semana quiso limpiarse, redimirse, de su papel en las elecciones de 1988, las que controló y coordinó desde la Secretaría de Gobernación (¿no le da un poco de vergüenza hacerlo 29 años después y tras haber sido premiado con una secretaría de Estado y una gubernatura por quienes ahora dice condenar?).
Y hay muchos más: pueden haber vendido leche con materia fecal a los más pobres, pueden haberse inventado desde el nombre hasta una historia familiar inverosímil, pueden haber sido feroces enemigos empresariales, hasta que un día la gracia divina, el dedo de Andrés, los purifica, redime y admite en su seno.
En los próximos días ya estarán allí Leonel Godoy, cuyo hermano Julio César sigue prófugo de la justicia por su relación con la Familia Michoacana y La Tuta; Pablo Gómez, quien llegó a demandar judicialmente a Andrés Manuel en el 2000 por haber violado las leyes electorales al no cumplir con los requisitos para ser candidato en la Ciudad de México (tenía razón: Andrés Manuel no tenía cinco años de residencia en el DF, tanto que cinco años antes de registrarse para la Jefatura de Gobierno había sido candidato, pero en Tabasco). Y llegará en noviembre Marcelo Ebrard, cuando aún falta por aclarar dónde quedaron los miles de millones de pesos malversados en la Línea 12 del Metro.
Quien demostró una vez más congruencia es Cuauhtémoc Cárdenas. Andrés Manuel volvió a llamarlo para que firmara su acuerdo con Morena y una vez más Cuauhtémoc, como en 2006, como en 2012 y como está haciendo ahora, le mostró las diferencias con su proyecto y lo invitó a adherirse al que el ingeniero ha trabajado desde hace años. Hay que recordar que Andrés no aceptó ni siquiera discutirlo cuando ambos estaban en el PRD y a pesar de que le debe buena parte de su carrera política (fue Cárdenas quien invitó a Andrés Manuel al PRD, vía Graco Ramírez, y quien lo impulsó para ser presidente del partido), simplemente desdeñó a Cárdenas una y otra vez. Ahora quiere que se adhiera a su candidatura, como dijo en el Estado de México, “sin condiciones”.
¿Cómo se puede presumir de superioridad moral, de honestidad valiente con ese dream team? No importa, los demás, los que no dan ese paso, son simplemente “la mafia del poder”.
EL CHOQUE PRIISTA
La próxima asamblea del PRI en agosto, si siguen así las cosas, no se parecerá a la novena, la de Reyes Heroles, como desearía Manlio Fabio Beltrones, ni a la 14 asamblea, como quiere Enrique Ochoa. Puede convertirse en un símil de la 17, aquella en la que se impusieron los candados y que terminó siendo un choque de trenes entre el presidente Zedillo y su partido, un choque que determinó años después, en el 2000, la derrota presidencial priista. Información Excelsior.com.mx