Por Yuriria Sierra
Un país que tiene regiones —Guanajuato— en donde se contabilizan 14 asesinatos por día —vaya inicio de año— dista mucho de ser uno en vías de pacificación. No hay curvas aceptables ni justificación alguna ante un clima de violencia tal. Un tema presente desde hace tanto y que, a pesar de los cambios de personajes y estrategia, no ha encontrado la vía correcta que arroje datos, que mejore la percepción de que la que se tiene contra el crimen es una guerra que se está ganando. Y menos se aporta a esto con un mensaje que, lejos de conciliar, opta por la división y la descalificación fácil. Ese señalamiento que pone como enemigos a quienes tendrían que ser aliados.
“Imagínense que voy a estar esperando aquí y la prensa conservadora, fifí y, nuestros adversarios, dándose vuelo… yo haciéndole el caldo gordo a los conservadores. ¡El gran encuentro!, ¿cuántos días de notas en la prensa fifí, sobre la marcha y el encuentro para que me sienten en el banquillo de los acusados y todo México se dé cuenta? ¡Qué barbaridad! Vilipendiado el Presidente, hasta que alguien le dijo sus verdades…”, son palabras dichas por Andrés Manuel López Obrador hace unas semanas, cuando Javier Sicilia anunció una Tercera Caravana por la Paz —el próximo 23 de enero— y su intención de ser recibido por el presidente en Palacio Nacional. Dijo lo anterior seguido de un “qué flojera”. Lo retoma el poeta en su anuncio oficial de esta movilización que presentó ayer junto a integrantes de la familia LeBarón, quienes se sumaron a su llamado. Las razones las conocemos todos.
Desde el inicio de la administración de López Obrador no hemos parado de escuchar que los pendientes varios del país son consecuencia de quienes estuvieron al frente antes de la llegada de la 4T. Innecesario decirlo. Porque lo que hoy debería importar, y lo que tendríamos que escuchar, es que es este gobierno, que lleva poco más de trece meses en funciones, asume su responsabilidad más allá de la promesa y la solicitud de tiempo para ver los primeros resultados. Ya estamos en la primer prórroga.
Qué mensaje tan potente, más aún por la predilección de los simbolismos, sería ver al Presidente junto a quienes identifica como detractores, pero dándoles un lugar como aliados en un proceso tan complicado como lo es el de la pacificación.
“La reconstrucción de este país sólo será posible si pasa por el Estado y la sociedad. Pero es necesario que el Presidente de México llame a esa unidad haciendo posible una política de Estado basada no en una verdad ni en una justicia selectiva, como hasta ahora ha sucedido, sino nacional y profunda (…) Sólo con una verdad y una justicia del tamaño de la tragedia y la emergencia nacional que padecemos podremos, con la colaboración de todos, aspirar a la reconciliación y la paz…”, escribió Javier Sicilia.
En dos semanas veremos si hay cambio en la postura presidencial o si opta por tener varios frentes, como si el país y su violencia nos permitieran darnos ese lujo. Información Excelsior.com.mx