Por Yuriria Sierra
México pierde a una aliada. Roberta Jacobson se convirtió rápidamente en una figura necesaria aun cuando Donald Trump parecía una terrible broma, pero broma al final. Su llegada a la embajada de Estados Unidos en nuestro país se hizo pieza fundamental para la construcción y mantenimiento de una relación que, con la llegada del republicano, comenzaría a erosionar.
Jacobson no sólo es una mujer inteligente, es una funcionaria de primer nivel que dejó a un lado la pasividad de las funciones que tradicionalmente se veían en un embajador y comenzó a ser parte activa de la vida política que se entreteje entre los dos países. Conforme llegaron las propuestas que encabeza el gobierno de Donald Trump, ella hizo contrapeso para dar certeza a nuestro país de que al interior del gobierno estadunidense se contaba con una aliada dispuesta a enfrentar a su Presidente: “Lo dije antes y lo repito, Estados Unidos no podría ser más afortunado de tener un vecino como México”, dijo en un evento convocado en su casa, el pasado 4 de julio, previo al inicio de la renegociación del TLC. Jacobson, aun con disparos verbales de Trump respecto del tratado, lo defendió: “ha beneficiado a los tres países”, dijo tajante.
Cuando en mayo de 2016 Jacobson llegó a la embajada, luego de un largo año de espera por obstáculo de los republicanos, el entonces secretario de Estado en el gobierno de Obama, John Kerry, aseguró que el trabajo de la funcionaria sería espectacular, aun con la elección presidencial en la víspera. No se equivocó. Al día siguiente de los comicios que dieron como ganador a Donald Trump, la embajadora hizo un llamado a la calma tras la tormenta por el inesperado resultado de la elección: “En ocasiones, el cambio puede generar ansiedad, pero como lo he dicho muchas veces, tengo la confianza en que nuestra relación tiene raíces firmes en los valores e intereses que compartimos. Esta relación seguirá siendo sólida en beneficio de ambos países…”, idea que ha defendido desde entonces, a pesar de las presiones que llegan desde Washington.
Con su salida de la embajada, Jacobson deja atrás 30 años de servicio público dedicado a la política exterior en el que ha dedicado particular interés en las relaciones que Estados Unidos guarda con América Latina. Conoce bien las condiciones de nuestro país, pero también las de Costa Rica o Argentina, por ejemplo. También se ha esforzado por subrayar la presencia de las mujeres en posiciones de liderazgo. Algo que se volvió una de sus causas, luego de trabajar para Madeleine Albright, la primera mujer en ser secretaria de Estado de Estados Unidos: “Fue difícil al principio, en muchos de los países hay otras culturas o tradiciones y tenemos que enfrentar situaciones que no dan el respeto que merecemos o no quieren tratar a las mujeres como iguales…”, dijo en una entrevista para Líderes Mexicanos.
Siguiendo esa línea, Jacobson se convirtió en la primera mujer en ser embajadora en nuestro país. Aún no se sabe quién ocupará su lugar. Hay nombres en el aire, pero nada certero. Su renuncia, anunciada ayer, se hace efectiva los primeros días de mayo. En estos dos años de trabajo, Jacobson visitó al menos 12 estados de nuestro país, se comprometió con causas de la agenda progresista, marchó de la mano de la comunidad LGBTTI, se adentró en la idiosincracia nacional “para pasar el mensaje a Washington”, decía. Siempre estuvo dispuesta a poner el papel de nuestro país por delante de las decisiones del gobierno que representa, para entender mejor el contexto en pro de la relación bilateral. “Juntos somos más fuertes”, escribió en su mensaje de despedida publicado en Twitter: diplomacia pura, de una funcionaria de primera. Información Excelsior.com.mx