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La hacienda Ticopó se une al circuito de galerías noox

De pies descalzos, pero con el mundo entre las manos, una Tonatzin de bronce presidió la noche del sábado la inauguración de la muestra Art Ticopó, con que la antigua hacienda de esta comisaría de Acanceh, inicia una nueva, luminosa, etapa como galería de arte y centro cultural dentro de un desarrollo inmobiliario.

Junto a la hermosa escultura, un guerrero acompañó a Tonatzin toda la noche. Ambas efigies, obras de la maestra Melva Medina, custodiaron la muestra, una clara exhibición de la diversidad y el talento de los artistas que viven en Yucatán.

Esta exposición es un ejemplo de las diversas técnicas y temáticas que son parte del quehacer artístico de creadores locales y extranjeros, explica el curador Omar Góngora Guzmán.

Luego de ser rescatada por un grupo de inversionistas, Ticopó se une al circuito de galerías noox, que también tiene otras dos haciendas en el Estado, la antigua hacienda de San Diego Azcorra, en la ciudad de Mérida, y en Kankabal, en la carretera Izamal-Tunkás, ambos también extraordinarios centros de arte contemporáneo alojados en haciendas originales.

Como parte de la rehabilitación de espacios con valor histórico, un grupo de especialistas tuvo a su cargo el rescate de las paredes de la casona de Ticopó, cuyo trabajo, luego de remover cinco capas de pintura, dejó al descubierto hermosos y coloridos diseños que añaden un extraordinario valor a la propiedad.

Omar Góngora subrayó que la hacienda restaurada tiene un enorme potencial para quienes viven en Ticopó, al brindarles acceso a eventos culturales y la oportunidad de realizar proyectos sustentables que beneficien a la comunidad.

La hacienda permaneció cerrada durante muchos años y sólo los ancianos de la comunidad recuerdan haber entrado al edificio cuando fue una hacienda henequenera, tan rica que incluso emitió su propia moneda.

UN LUGAR IDÓNEO PARA QUEDARSE
De acuerdo con Omar Góngora, quien también es artista visual, se decidió inaugurar la galería con una muestra colectiva “del trabajo de artistas de diversas latitudes que encontraron en estas tierras un lugar idóneo para quedarse”.

Melva Medina presentó sus obras Tonatzin y Guerrero, que encabezaron la muestra, y los asistentes disfrutaron particularmente del prolífico imaginario de José Luis Rumbo, cuyo trabajo abstracto es una fiesta de colores y formas.

Con sus fotografías, Edwin Aguilar presentó cuatro momentos congelados de una Mérida solitaria a altas horas de la noche y Yaoling Lee fue llevando al visitante a detenerse en paisajes imaginados, donde la luz se va descomponiendo con lentitud, logrando captar belleza nostálgica en cada pincelada.

La muestra también incluyó algunas acuarelas de Carlos Becerra, que a la vez son un estudio para una pieza escultórica con el tema del confort, y el destacado trabajo de José Luis García, Magali Avila y Laura Tortosa & Maité Vroom.

Los asistentes, muchos de ellos, jóvenes que viven en la misma comunidad y que por primera vez entraban a la hacienda, ​dis​​frutaron también de la música del Ensamble de Clarinetes Páax Utia’al iik’.

Cada artista nos apunta de manera individual sus motivaciones y obsesiones personales, mostrándonos detalles que a simple vista se nos escapan, pero que están ahí para la contemplación, indica Omar Góngora.

El anfitrión anticipó que se realizarán nuevas muestras de arte en la galería, que seguirá abierta para artistas consagrados y noveles que quieran “seguir dando rienda suelta a su infinita imaginación”.

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