Los hechos de violencia registrados en los últimos días en el estado deben encender los focos de alarma para la sociedad y las autoridades, porque cada vez son más numerosos y empiezan a parecer algo natural o normal, advierte el investigador de la Universidad Autónoma de Yucatán (Uady), Othón Baños Ramírez.
Todavía no se trata de violencia criminal como la que hay en la zona norte del país, sino de violencia social que, en general, se debe a factores estructurales de la sociedad yucateca, dice.
“Uno de esos factores son los problemas económicos que afectan a la población, principalmente a los jóvenes”, afirma.
Lo que se ha perdido
“Hay una disminución del nivel salarial, del poder adquisitivo y de los niveles de bienestar que provoca incertidumbre en la gente.
“Los jóvenes han perdido oportunidades de empleo y en el aspecto educativo muchos no terminaron la secundaria o la preparatoria, o cursaron una carrera en la que no consiguen trabajo.
“Esta generación de jóvenes está un poco desorientada, no entiende bien qué es lo que pasa y muchos crecen, valga la palabra, un poco torcidos y sin oportunidades”.
De acuerdo con Baños Ramírez, doctor en Sociología, otro factor que explica el aumento de la violencia social es la impunidad en el sistema judicial.
Hemos visto esto en los altos niveles del poder político y económico, afirma, y más recientemente en algunos fallos del nuevo sistema penal que ha propiciado la impunidad en ciertos casos, lo que anima a los delincuentes a actuar.
El aumento de la violencia social en Yucatán “tiene alarmado a todo el mundo”, agrega el investigador.
“Esta violencia la vemos cada día más, está presente en todos los ámbitos, en diferentes formas y modalidades, violencia de género, juvenil, de todo tipo.
“Lo que estamos viendo es que esa violencia va en ascenso y eso tiene que alarmar”, señala.
El Diario entrevistó a Baños Ramírez, investigador de tiempo completo en la Unidad de Ciencias Sociales del Centro de Investigaciones Regionales “Dr. Hideyo Noguchi”, sobre la ola de violencia que azota al estado, como el homicidio de la señora Emma Molina Canto y otros crímenes más.
Estamos ante un fenómeno en el que la violencia poco a poco empieza a ser vista como un fenómeno normal y natural, y que está formando un “caldo de cultivo” para generar violencia de otro tipo, como la violencia criminal que se ve en el Norte o en Michoacán, dice el investigador.
“Esta violencia, con grupos armados, delincuencia organizada, etcétera, no es la que tenemos en Yucatán. Aquí hablamos de violencia social, de delincuencia común que va en aumento y cambiando de modalidades”, comenta.
El investigador añade que el programa Escudo Yucatán poco puede hacer. “No hay escudo para esto. Lo que hay que hacer es componer los males estructurales”.
El Escudo Yucatán, añade, está diseñado para prevenir y enfrentar la violencia criminal y en ese sentido ha actuado bien con la detención de ciertos delincuentes. “En ese aspecto, hay que darle un voto de confianza”.—
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