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La inmaculada percepción

No matarás
Por: Vianey Esquinca
Mucho se ha hablado de los pecados electorales a los que pueden recurrir los partidos políticos en sus ansias de ganar una elección. Sin embargo, hay otra cara de la moneda: los mandamientos de la Ley Electoral.

El primero y más importante es: “Amarás el resultado de la elección sobre todas las cosas”. Te guste o no, satisfaga tus intereses o hayas invertido mucho dinero en la campaña, los candidatos y los partidos políticos deberán respetar lo que digan las urnas y el voto ciudadano.

“No tomarás el nombre de fraude en vano”. Las acusaciones de fraude junto con el término “elección de Estado” son los recursos más utilizados antes, durante y después de un proceso electoral. No importa si hay elementos o no para impugnar una elección. Los candidatos quieren utilizar su sagrado derecho al pataleo hasta el último momento.

“Santificarás las encuestas”. Estos instrumentos de medición se han convertido en verdaderas herramientas de propaganda que sirven, no para reflejar la realidad de un momento, sino para vender la idea de que algún candidato puede triunfar en un proceso electoral. De ahí, que lamentablemente se haya caído en excesos de descuidar la metodología o venderlas al mejor postor. Las encuestas deben convertirse nuevamente en una guía de tendencias para la mejor toma de decisiones.

“Honrarás a tus votantes”. Los candidatos deberán abstenerse de realizar promesas de campañas ridículas, imposibles, sin pie ni cabeza y que sólo se dicen para confundir o engañar al elector. Si borracho alguna persona no haría ese compromiso, tampoco lo deberá hacer cuando sea candidato (a).

“No matarás al INE o al instituto electoral de tu estado”. Los candidatos tienen una permanente tentación de que si no salen victoriosos, culpan inmediatamente al instituto electoral nacional o local de su tragedia. Cuestionan sus procesos y ponen en duda su credibilidad. Lo que no entienden es que sólo están agrediendo al mensajero y debilitando a las instituciones.

“No cometerás delitos electorales”. Esto significa que los partidos políticos no sucumbirán a la tentación de acarrear a las personas, financiarse ilegalmente, rebasar el tope de campaña; mientras que las autoridades no condicionarán los programas sociales o retendrán ilegalmente el salario de los trabajadores.

“No robarás la elección”. Los candidatos no deberán aspirar a ganar en los tribunales, con la denostación o la violencia lo que no consiguieron con la voluntad popular.

“No darás falso testimonio ni mentirás”. En todas las elecciones, las acusaciones sin sustento y a la menor preocupación se dan como capullos de primavera. Es muy fácil culpar, exhibir o acusar sin más prueba que la percepción o el “yo creo”. Se llegan a excesos irrisorios y ridículos que tienen sólo un objetivo: capturar el reflector mediático.

No consentirás financiamientos ni deseos impuros. Este mandamiento dicta que los aspirantes a ocupar un puesto de elección popular no deben recibir recursos provenientes de la delincuencia organizada o aportaciones de la Federación o gobiernos estatales.

“No codiciarás la victoria ajena”. Aunque después de cada proceso electoral no hay uno, ni dos, sino hasta tres candidatos que reclaman la victoria, sólo uno puede ganar. Así pues, si un candidato perdió, perdió aunque sea por un voto.

Si todos estos mandamientos fueran requisitos necesarios para ganarse el cielo, al menos electoral, ahorita los candidatos de todos los partidos políticos, sin excepción, porque todos han demostrado que son iguales, estarían ardiendo en el infierno. Información Excelsior.com.mx

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