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La mamá de Luis Miguel…

Por Yuriria Sierra

Sin rastro de ella. Nadie sabe qué le pasó. Tampoco cuál ha sido su paradero desde entonces. Sus hijos la buscan. Hay teorías, muchas, de lo que pudo haberle sucedido desde la última vez que se le vio: que si regresó a Italia, que deambula por las calles de Buenos Aires sin un centavo, que la mandaron matar, que se ahogó estando drogada en una fiesta, que la secuestró el narcotráfico, que está internada en un siquiátrico, que se fue con otro hombre. Pero no hubo dinero ni poder humano que diera certeza sobre el destino de una mujer, como tantas en el país que, un día, no regresan a casa. Un marido abusivo. Con amigos brutales. Capaz de matarla o mandarla matar. Eso se dice sobre Marcela Basteri, pero es algo que podría decirse sobre casi cualquiera de las poco más de 33 mil personas desaparecidas que hoy contabiliza Data Cívica.

En el caso de la mamá de Luis Miguel, de nada sirvieron las influencias que, tras la fama de su hijo, se multiplicaron: amistad con hijos de expresidentes, de secretarios de Estado, de empresarios. Ni esos contactos lograron movilizarse con éxito para dar con su paradero. No, ni Luis Miguel ha encontrado a su madre: una de las miles de personas desaparecidas que, hoy, sólo sus familias buscan en el país. No hay certeza siquiera del lugar de su extravío. Y tras 32 años de rastreo, sólo se han encontrado más dudas. Ni una sola certeza. La última vez que se le vio en público fue en Buenos Aires, cuando Luis Miguel la invitó a subir al escenario durante un concierto en el Luna Park. Después de esto, todo es incertidumbre. Según lo reporta ABC, de España, en 1986, Marcela Basteri viajó a España para encontrarse con Luis Rey (ese marido que llegó a ofrecerla a un hombre entonces poderoso, Alfonso El Negro Durazo). A reunirse con el padre de Luis Miguel y sus otros dos hijos, Alejandro y Sergio, al llegar a aquel país llamó a su familia en Argentina para avisar de su paradero. La tía viva asegura que le llamó desde México para informarle eso mismo. Ya no se supo más de ella. Desde ese entonces empezó su búsqueda. Tenía 39 años, hoy su edad sería de 72.

En México, al menos 33 mil 125 personas tienen paradero incierto, según Data Cívica. ¿Cuál será el contexto en que se viven estas desapariciones? Muchas de ellas están hoy en la lista de extraviados gracias al trabajo de su familia y de organizaciones sociales, porque las instituciones no han sido capaces de clasificar adecuadamente sus casos. Se ha tenido que dar una lucha para poder hacer la otra, la de búsqueda. Y aquí no se habla de gente famosa. Los familiares que realizan estas búsquedas son gente que debe dejar sus trabajos, que dedican su tiempo y dinero, el poco que tienen, para armarse de herramientas o cualquier ayuda que les auxilie a dar con sus familiares. Pero muchos de ellos, también, al igual que el cantante más famoso de Latinoamérica, topan con pared, con ese agujero negro del que, al parecer, ya nadie regresa. La incertidumbre y la tortura misma.

¿Cómo nos despedimos de alguien si no sabemos dónde está? ¿Cómo hacerlo si no conocemos las circunstancias que dieron fin a su vida? ¿Y si su vida no ha terminado? ¿En qué condiciones se encuentra hoy? ¿Qué acontecimientos hicieron que se esfumara de la cercanía de sus seres queridos?

La desaparición de mujeres en México ha ido creciendo en los últimos diez años. El caso de Marcela Basteri data de 1985, por si necesitamos mayor contexto para dimensionar. En 2008, según el Registro Nacional de Personas Extraviadas, 168 mujeres desaparecieron. En 2009 fueron 298; en 2010, 472; en 2011, 864; en 2012, 707; en 2013, 824; en 2014, 908; en 2015, 993; en 2016, 1689; en 2017, 1572. Hablamos de ocho mil 495 mujeres desaparecidas en los últimos diez años. Ocho mil novecientas cuarenta y cinco.

Familiares y organizaciones civiles se han convertido en apoyo para el seguimiento de estos casos, los protocolos de acción y su ejecución han estado rebasados desde hace años. ¿Pues de qué magnitud es la complejidad de la búsqueda para las instituciones que deberían encargarse de estos casos? ¿De qué tamaño es el monstruo?

ADDENDUM. Tres décadas después, ¿ha cambiado ese México en el que ni Luis Miguel, con toda su fama, dinero y conexiones, pudo encontrar a su mamá, en un contexto en el que el poder, el dinero y las otras, las oscuras conexiones, podían disponer de una vida (y particularmente la vida de una mujer) como si se tratara de una posesión? ¿O estamos ocho mil quinientas veces peor? La respuesta es fácil y devastadora: en este país tantos tienen algo (mucho) de igualitos a Luisito Rey. Información Excelsior.com.mx

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