Por Jorge Fernández Menéndez
La sesión del Consejo General del Instituto Nacional Electoral del viernes pasado pasará a la historia. Será recordada como la jornada en que el instituto electoral logró ser descalificado, por una o por otra razón, por todos los actores políticos.
Para buena parte de la oposición, la negativa a otorgar el registro a México Libre es una inconsistencia notable respecto a lo que en el propio instituto se había acordado apenas 24 horas antes. Los argumentos para negarle el registro a los partidos de Elba Esther Gordillo, de Pedro Haces y el que estaban conformando los exintegrantes de Nueva Alianza pueden ser válidos, pero se basan en criterios distintos a los que usó el propio INE en otros casos. El registro al PES, por otra parte, también vulnera los criterios del instituto que incluso amonestó al presidente López Obrador por utilizar instrumentos religiosos en un video previo al II Informe, pero a un partido evidentemente formado a partir de fuerzas evangelistas le otorga sin problemas el registro.
El cambio de votación, en horas, de una consejera, las posiciones “adelantadas” de Lorenzo Córdova y Ciro Murayama, los argumentos presentados, todo configura para el Consejo General del INE una derrota que se escenifica con el golpeteo que ha recibido en redes por lo sucedido en esa sesión, al mismo tiempo que también es golpeado por la dirigencia de Morena por la organización de la encuesta que debe elegir a los futuros dirigentes de ese partido. Lograron en unas pocas horas terminar enfrentados con todos. Y si a eso le sumamos los enfrentamientos, ya añejos, que mantienen con el Tribunal Electoral del Poder Judicial de la Federación, el escenario en término de instituciones electorales para el 2021 se torna sombrío.
Tiene razón Paco Calderón en el cartón que publicó ayer. Si priva el sentido común, algo casi esotérico en nuestro sistema de partidos, tantos malabarismos y errores del INE pueden demostrarle a la oposición, a toda, que solos no tendrán futuro alguno, ni en 2021 ni en 2024. Que la notable dispersión, el poco apego ideológico, la falta de una ruta clara para desempeñarse, no puede perpetuarse porque serán devorados por Morena, con todo y el caos que caracteriza a ese partido y a buena parte de la administración López Obrador.
Eso es notable en todos los ámbitos, pero mucho más en la relación entre el PAN y México Libre. El partido de Margarita Zavala, al que se le negó el registro, tiene más afiliados que el blanquiazul, a la sazón, el segundo partido político más grande del país. Los acuerdos entre ellos podrían proporcionar un escenario distinto al proceso electoral, pero la actual dirigencia del PAN es endeble, está desprestigiada y no tiene la fuerza como para avanzar en un proceso de ese tipo sin mezquindades. Margarita y Felipe Calderón están demasiado lastimados con esa dirigencia para aceptar acuerdos, pero si al final no encuentran un camino común, sus fuerzas serán devoradas el año próximo.
Algo similar ocurre con los demás partidos de la oposición y con los que no obtuvieron el registro. Los potenciales candidatos de los partidos de Elba y de Haces, de la exNueva Alianza, los de Manuel Espino, que tendrían que competir solos, pero que uno suponía que operarían cerca de Morena, con una alianza tácita, no encontrarán ya espacios en el oficialismo, que ha decidido apostar solamente a los suyos (con la excepción del PES, que ya funciona como aliado y es el único que tiene, con la gubernatura de Morelos, un espacio de poder real). El PRI y el PRD parecen encaminarse a acuerdos entre sí, aunque la verdad es que los dos están terriblemente debilitados. Movimiento Ciudadano, que es entre los opositores el que quizás mejor está operando en ese sentido, había decidido ir solo a los comicios del 2021, habrá que ver si mantienen esa posición, que les puede rendir frutos en Jalisco y en Nuevo León, o se allanan a acuerdos con otras fuerzas, porque su inserción está muy localizada sólo en algunas zonas del país. Pero al final, si no se avanza en un gran frente para el 2021, con grupos ajenos a los partidos y la oposición participa fragmentada, su destino será peor que en 2018.
Es verdad que las decisiones del viernes deben pasar aún por el TEPJF, que no suele coincidir con el INE, pero se ve difícil que vayan a cambiar esta decisión. Lo cierto es que lo sucedido el viernes cambiará, y mucho, el futuro político del país y obliga a todas las oposiciones, si quieren seguir existiendo e influyendo en ese futuro, a pensar mucho más allá del corto plazo y de sus propios enconos y mezquindades.
casualidades
La semana pasada fue detenido Gerardo Sosa Castelán, el líder de la llamada Sosa Nostra, que opera desde la Universidad de Hidalgo acusado de defraudación fiscal, lavado de dinero y otros delitos. El mismo día en que se le confirmaba la prisión preventiva, su hermano Damián comenzaba su campaña para alcalde de Tulancingo, por Morena. La Sosa Nostra cambiaba, con ello, de mando y de partido. Infromación Excelsior.com.mx