Por: Yuriria Sierra
Hace unos días, en una plaza abarrotada en Berlín, Angela Merkel hablaba frente de cientos de personas de la importancia de la lucha contra la xenofobia, los nacionalismos, la intolerancia y cualquier otro tipo de tendencia antidemocrática. Junto a ella, Barack Obama, quien hace unas semanas reapareció en la escena pública. Esa imagen, que en los últimos años significó la unión de dos importantes fuerzas, ha perdido significado porque, bueno, Obama ya no es Presidente y en su lugar quedó Donald Trump. Merkel perdió un aliado importante en su lucha contra esos nocivos vicios que, de manera sorpresiva, lograron llegar a la cúpula del poder. Primero en Reino Unido, luego en EU. Y es que si el triunfo del Brexit y la llegada de Theresa May fueron inesperados, más aún lo fue la victoria de Trump. Para nadie es un secreto: Trump no ha parado de golpear la política exterior que habían construido Obama y sus antecesores. Merkel lo dijo ya, de manera oficial, con su tiento de estadista, que observa y entiende las nada sutiles líneas que se han escuchado de Trump, luego de la cumbre del G7: “Los tiempos en los que podíamos depender completamente de otros están terminando. Lo he experimentado en los últimos días (…) Los europeos tenemos, de verdad, que tomar nuestro destino en nuestras manos (…) Tenemos que luchar por nuestro destino”. Horas antes de que estas palabras fueran dichas, el mundo atestiguó a un Presidente de EU que marca su distancia con la que tendría que ser una de sus relaciones más importantes. Pero no ha sido así, Trump ha subrayado las muchas diferencias que hoy tiene con la política que es mayoría en Europa. En su discurso frente al G7, les reprochó lo que ve como falta de compromiso, les exigió un pago acorde a lo que él esperaría, les fue a cobrar, pues. La cumbre, que debió servir para firmar acuerdos, quedó en una retahíla de reproches y protagonismo de Trump y volvió a señalarlo en Twitter, aunque ahora sí, en clara respuesta a lo dicho por Merkel, responsabilizando a Alemania.
Angela Merkel ha entendido que no hay posibilidad de acuerdos con EU: en comercio, migración, la crisis de refugiados, derechos humanos, combate al cambio climático. Merkel ya se siente distante de ese respaldo y apoyo que alguna vez fue EU.
Aquel momento, hace unas semanas, en que Merkel y Trump se encontraban por primera vez en la Casa Blanca, cuando él rehusó darle la mano, habría sido la primera señal clara de la distancia, pero Merkel, en lugar del reproche, hizo lo que cualquier líder demócrata resolvería, mirar al futuro y no sólo refiriéndose a EU, sino al Reino Unido, que se empeña en no pagar un centavo por su salida de la Unión Europea, haciendo segunda a la actitud mezquina de Trump. Merkel está a nada de lograr su cuarta elección legislativa, ya tiene en la bolsa el bastión electoral más importante de Alemania, lo que significaría, ahora que Macron gobierna en Francia, que la UE se fortalecerá ahora que Trump desdeña lo que se había mantenido unido durante tanto tiempo. Merkel, en lugar de seguir la actitud de Trump, opta por la vía institucional, de liderazgo, de estadista, para jalar al resto del grupo, en espera de que sigamos su ejemplo. Las palabras de Merkel no sólo nos ponen a pensar en los alcances económicos de un rompimiento real EU-Alemania. El país europeo es la cuarta mayor economía del mundo, EU todavía se mantiene en la primera posición. Durante el primer trimestre de este 2017, EU exportó al país europeo 12 mil 951 millones de dólares, mientras que le importó 27 mil 525 millones. Y si eso está dispuesto a perder Trump, ¿qué podríamos esperar de este lado? Con la negociación con EU y Canadá en puerta, Luis Videgaray entendió que México debía, además, diversificar sus mercados. Ya se han enviado señales de que China es un buen destino para afianzar la actividad comercial, pero con la postura de Merkel, los horizontes deben expandirse. Y es que lo único que puede debilitar a Trump y evidenciarlo es una actitud de mujeres y hombres de Estado, como la de Merkel. Se dice que estará en México para el cierre del Año Dual México-Alemania, que se celebrará el próximo viernes; éste sería un gran momento para un mensaje a Trump. Afortunadamente, el hombre de Estado (que es mujer y se llama Angela) más poderoso del mundo vendrá a nuestro país; evidentemente, también para mandarle otro importantísimo mensaje a Trump y al mundo: México sí que importa. Información Excelsior.com.mx