Por Pascal Beltrán del Rio
Resueltas las candidaturas en dos de los tres polos de la próxima contienda electoral —Andrés Manuel López Obrador y José Antonio Meade—, ahora toca al Frente Ciudadano por México entrar en escena.
López Obrador y Meade ya tuvieron sus semanas mediáticas y no se quedaron cortos en la generación de expectativas, cuando menos las de sus simpatizantes más convencidos.
¿Logrará lo mismo el Frente?
Me refiero, de entrada, al cierre de filas que mostraron morenistas y priistas en sus respectivos bandos. Pero, sobre todo, a la convicción de los suyos de que están frente a una candidatura que potencialmente puede ganar la elección presidencial del domingo 1 de julio.
Durante los poco más de seis meses que pasaron entre el 19 de mayo —día en que los dirigentes nacionales del PAN y el PRD, Ricardo Anaya y Alejandra Barrales, aparecieron juntos en una conferencia— y el 27 de noviembre —cuando José Antonio Meade emergió como el ganador de la “liturgia” priista—, la idea de una alianza opositora entre panistas y perredistas acaparó la atención de los interesados en la elección.
Pero, a diferencia de sus rivales, el Frente Ciudadano no ha sabido usar los tiempos a su favor.
Morenistas y priistas han actuado con base en un guión definido por ellos mismos, mientras que los frentistas han ido de la mano de la improvisación, reaccionado, muchas veces a destiempo, a condiciones creadas por sus contrincantes.
El ejemplo más acabado de ello es el método de postulación por el que han optado estas tres fuerzas. Mientras que en Morena y el PRI la decisión verticalísima para decidir quién los representará en la boleta se adopta sin duda ni pudor, el Frente está todavía decidiendo cómo lo hace, lo cual lo hace parecer sumamente inseguro. Los frentistas no han podido salir en público para aclarar si su método será cupular o democrático. Y en política se castiga más duro la duda que el cinismo.
“Eso todavía se está negociando”, me dijo, ayer por la tarde, un importante miembro del Frente. Para mí, lo único que logra la coalición PAN-PRD-MC con esa tardanza es abaratar su marca.
El presidente Enrique Peña Nieto consiguió incrementar el valor de la suya mediante el juego de la incertidumbre. Nunca hubo la menor duda de que sería él quien tomaría la decisión. Lo que faltaba por saber es a favor de quién se pronunciaría.
Eso es lo que el Frente no ha podido hacer. A estas alturas del proceso electoral, cuando faltan únicamente diez días para que comience el periodo de las precampañas, el Frente no sabe lo que quiere. Peor aún, no sabe lo que es.
Durante semanas, se machacó que el Frente pondría por delante su programa. ¿A usted le queda claro lo que busca esta coalición? No es fácil saberlo cuando ni siquiera hay certeza de que los tres partidos participantes lograrán converger en torno de una misma candidatura.
A las advertencias lanzadas por el jefe de Gobierno de la Ciudad de México, de que él se deslindaría del Frente si éste no aprobaba un método democrático para lanzar al candidato común, el pasado fin de semana surgieron voces —como la de Ifigenia Martínez— para que el PRD se olvide de la coalición con el PAN y pida frías a Morena. Por usar una terminología en boga, el Frente no supo definir su propia narrativa frente a las de sus contrincantes. La decisión, que inevitablemente tendrá que tomar esta semana, llegará tarde y sin impacto mediático.
De por sí el Frente —pese todas las posibilidades que parecía tener cuando fue esbozado hace seis meses— se enfrenta con la dificultad de decidir si es una alternativa antiPRI o antiMorena. No puede ser simultáneamente las dos cosas; tiene que elegir a un rival para poder meterse a la final que siempre se genera en las elecciones presidenciales en México.
Ahora el Frente tiene un nuevo reto: la amenaza de que una parte de sus electores potenciales lo abandone para apoyar a Meade y otra parte lo haga para apoyar a López Obrador.Pero no adelantemos vísperas. Veamos cómo resuelven los frentistas los anteriores dilemas. Esta misma semana tendremos noticias.
BUSCAPIÉS
Ayer, José Antonio Meade pronunció su primer discurso como político en busca del voto. Ante priistas, en su acto de registro como precandidato de ese partido, lanzó dos mensajes centrales. Uno, contra la corrupción: “Ni un peso fuera de la ley”. Otro, contra la propuesta de López Obrador de dar amnistía a los delincuentes: “Nosotros estamos con las víctimas, no los victimarios”. Información Excelsior.com.mx