Por Héctor Herrera
“Todo lo que escuchamos es una opinión, no un hecho.
Todo lo que vemos es una perspectiva, no la verdad”:
Marco Aurelio
La política clientelar de un restaurante de carnes ha ampliado un debate y una discusión que, en muchos campos se sigue evadiendo: la prevalencia del racismo, clasismo y discriminación en la sociedad mexicana. El restaurante de marras replica esta problemática.
Sin querer queriendo, este debate lo desató el presidente López Obrador desde las mañaneras cuando el ejecutivo menciona la expresión “fifís”, y, en respuesta, una fracción de la sociedad lanza el término de chairos, a quienes simpatizan con el primer mandatario.
Esta confrontación devela la profundidad y el alcance de la narrativa clasista y de discriminación que, incluso ha alcanzado de forma desafortunada al hijo menor del presidente, lo que confirma la hipótesis expuesta.
La Real Academia Española define la palabra fifí como una persona presumida y que se ocupa de seguir las modas, mientras que el Diccionario de mexicanismos, de la Academia Mexicana de la Lengua registra tres acepciones de la palabra chairo o chaira.
Feo
Persona generalmente joven, caracterizada por provenir de una buena posición social y por ser partidaria de movimientos sociales, como los ecologistas y la antiglobalización.
Persona que es socialmente poco refinada.
Quienes utilizan el término lo hacen generalmente de forma despectiva, para señalar a quienes se declaran seguidores del presidente López Obrador.
Si a usted le preguntan si alguna vez ha discriminado a alguien por razón de género, tono de piel u otra condición, seguramente la respuesta será que no, sin embargo, la última Encuesta Nacional sobre Discriminación revela que el 20.2% de la población de 18 años y más declara haber sido discriminada por alguna característica o condición personal, tono de piel, manera de hablar, peso o estatura, forma de vestir o arreglo personal, clase social, lugar donde vive, creencias religiosas, sexo, edad y orientación sexual.
Resulta difícil reconocer a las personas que discriminan. Es jocoso incluso observar cuando una persona con un tono de piel moreno agrede al otro calificándolo de indio o naco, cuando más del 80 por ciento de la población de este país es (somos) de piel morena.
El discurso mediático durante años ha privilegiado por años la tonalidad clara de piel para establecer un discurso hegemónico en el plano social. Este discurso ha impactado en la percepción pública, ya que la principal causa de discriminación es la pobreza y las personas más discriminadas son las de piel morena, de acuerdo con los resultados de percepción de la Encuesta sobre Discriminación en la Ciudad de México (EDIS), elaborada por el Consejo para Prevenir y Eliminar la Discriminación (COPRED).
En la capital del país, por ejemplo, las personas encuestadas consideran que el grupo más discriminado son quienes tienen (tenemos) la piel morena, seguido de las personas indígenas y, en tercer lugar, las mujeres.
La política clasista del Sonora Grill ha despertado nuevamente un debate que debe darse y mantenerse vigente. El clasismo, la discriminación y el racismo son dominantes en la sociedad mexicana, y solo a través de su visibilización y verbalización, podemos modificar la narrativa y el discurso, ya que el clasismo, la discriminación y el racismo son y han sido fuentes sustanciales de la desigualdad que, persiste en la sociedad mexicana.
Tiene razón el presidente López Obrador cuando expresa que, en el racismo y el clasismo, está la fuente de muchos de nuestros males, y dar la batalla discursiva, puede abrir los caminos para reconstruir el tejido social en una sociedad que, por siglos, ha evadido discusiones centrales como el tema de la discriminación.
Una sociedad equitativa se basa en la construcción de narrativas empáticas hoy tan necesarias en una sociedad a todas luces confrontada. Abrir el debate parece agresivo a una sociedad acostumbrada a callar y evadir sus diferencias, pero un mundo cambiante y en transformación nos exige a tod@s dar la batalla discursiva.
Sanar las diferencias mediante el diálogo e incluso la confrontación discursiva es preferible a resolver las disparidades y las desigualdades a punto de golpes o balazos.
En una sociedad no acostumbrada a comunicarse, hay que aprender a hacerlo a diario, aunque cueste trabajo.
De la libreta
Llama la atención que Jalisco, Guanajuato, Chihuahua y Baja California, por años gobernados por el PRI y el PAN, sean el blanco frecuente y operativo del crimen organizado. La reacción agresiva de la delincuencia organizada no se puede explicar, sin una dosis de protección de autoridades estatales y municipales incluso federales.
El nombramiento de Leticia Ramírez al frente de la SEP, reitera la lógica de gobierno del presidente: primero es la lealtad. Dicen en Palacio que también ayudó el espaldarazo del secretario de Gobernación, Adán Augusto López.
La extorsión es un problema grave e intolerable. Que no sorprendan las pequeñas revueltas sociales en puntos donde el problema es serio. Acaba de suceder en San José del Rincón, Estado de México, donde pobladores incendiaron la casa de la alcaldesa Ana María Vázquez Carmona. La acusan de proteger a los jefes del crimen organizado en la demarcación.
@HectorHerreraAR
Información Radio Fórmula