Mérida, Yucatán a 22 de abril de 2023.- Desde hace un año Yucatán está en los ojos de la política nacional, más con el evidente interés que tienen los suspirantes morenistas a la presidencia por transformar este bastión blanquiazul en su plataforma para sus aspiraciones políticas en 2024, sin embargo, la ausencia de conocimiento sobre el derrumbe de institutos políticos como el PRI, convirtió la estrategia de Adán Augusto López Hernández en la pasarela de la corrupción y cinco minutos de gloria para muchos candidatos defenestrados en las últimas dos elecciones.
El mensaje de una gran alianza electoral en torno a la “corcholata” Adán Augusto con una comida en una hacienda yucateca, se transformó en el museo de la corrupción que Yucatán había enterrado en las urnas. La ausencia de pericia de los organizadores de este evento mostró cómo el PRI infestó Morena y los deseos de los residentes de la irónicamente llamada Casa del Pueblo por seguir medrando del erario público engañando a las y los yucatecos creyendo que un cambio de partido es bautizo social, es decir, borrará su legado de desvío de recursos, obras inconclusas y su riqueza a costa de saquear las arcas públicas.
En esa tétrica pasarela desfiló lo más abyecto de la política yucateca ante un ingenuo Adán Augusto y un ruborizado Joaquín Díaz Mena, que cada rostro los sentía como un clavo en el ataúd en sus aspiraciones por encabezar a una Morena priísta a las urnas en los próximos comicios electorales.
Con un festín en la lujosa exhacienda San Juan Opichén, las y los yucatecos presenciaron como la gran alianza era con la sepulturera del PRI en Mérida, Angélica Araujo Lara, que continúa como peón de Ivonne Ortega Pacheco, cuya presencia sólo confirmó lo que el 6 de enero de 2022 anunció Araujo Lara en sus redes sociales: su cercanía con Adán Augusto cuando eran senadores de 2012 a 2018.
Esa velada vespertina hizo historia cuando las primeras fotos en redes sociales con el ingenuo candidato comenzaron a desaparecer, más cuando hicieron acto de presencia Araujo Lara con su imborrable pasado de saqueo a las arcas municipales a través de obras farahónicas como la reconstrucción del Centro Histórico, el paso deprimido, el cambio de luminarias por lámparas chinas y la creación de un departamento de maquillaje a su única disposición, para esconder la voracidad por la rapiña que se desbordaba en la comisura de sus labios.
Para rematar esa comida transformada en el funeral político de Adán Augusto en Yucatán, se escoltó por Mauricio Sahuí Rivero y Francisco Torres Rivas, el primero conocido por una candidatura donde sus propios asesores y aliados la desfalcaron creyendo que un gris Rolando Zapata Bello iba a sostener su victoria; el segundo no sólo se aferra ilegalmente a la presidencia estatal del PRI, sino que es el arquitecto que una generación de priístas jóvenes desaparezcan de la escena pública, repudiando a su presidente y su insistencia de violar el credo de su partido, donde ya no robaban para todos, sino que sólo los allegados de Torres Rivas se servían de las arcas públicas y los cargos públicos.
Con la frase: “en las condiciones actuales, ningún partido gana solo, pero el PRI menos. Somos un partido importante pero hoy todos necesitan alianzas”, Torres Rivas trató de justificar que su reticencia por abandonar la dirigencia del partido, es la causa que PRI no sólo haya tocado fondo, sino que continúa excavando para tratar de llegar a China.
Entre los rumores tras bambalinas es que cuando los altos mandos de Morena entendieron qué ocurría, la reacción fue inmediato: se ordenó guardar mutis al cónclave de Adán Augusto, sin embargo si el objetivo era lograr que el candidato del PAN, Renán Barrera, continúe cuesta arriba en las encuestas, sin duda lo lograron a la perfección.