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Las vidas paralelas de Rosario y Andrés

Por Jorge Fernández Menéndez

Las vidas de Rosario Robles y de Andrés Manuel López Obrador son tan paralelas que de tanto cruzarse, se rompen. La exjefa de gobierno y secretaria de estado y el actual Presidente de la República vienen de orígenes políticos muy distintos que confluyeron, varios años, en un mismo camino que poco a poco los fue separando más y más.

Rosario viene de una historia de militancia estudiantil de izquierda maoísta desde su primera juventud. López Obrador fue hasta su madurez un disciplinado militante priista de Tabasco. El grupo en el que entonces militaba Rosario (que ya había sido dirigente estudiantil y sindical de la UNAM) fue de los primeros que se adhirió a la candidatura de Cuauhtémoc Cárdenas en 1988. Andrés Manuel tardó en acercarse al candidato del entonces FDN. Cuentan que fue Graco Ramírez el primero que lo acercó a Cárdenas ya en los prolegómenos de la elección presidencial, y Cárdenas lo llevó a su entorno, donde entonces no era conocido.

Mientras Andrés comenzaba a surgir como una figura local en Tabasco, en fricción constante con Roberto Madrazo, Rosario comenzaba a jugar en las grandes ligas del perredismo, llevada de la mano por Cárdenas, alejándose de los grupos más radicales de su partido. Así transitaron los años del salinismo.

La llegada de Ernesto Zedillo a la Presidencia de la República cambió muchas cosas. Estaba distanciado de Madrazo, al que infructuosamente le había pedido que renunciara a la gubernatura para acabar con el conflicto pos electoral en Tabasco. Repentinamente, luego de una serie de movilizaciones, Andrés Manuel se encontró en el Zócalo capitalino con que alguien le entregaba cajas y cajas que contenían toda la información de los gastos de campaña de Madrazo. Se hizo figura nacional. Vinieron los años de López Obrador al frente del PRD, mientras Rosario se convertía, primero, en la mano derecha de Cárdenas en el gobierno capitalino y luego, en una muy popular sucesora en el DF.

El presidente Zedillo interviene nuevamente cuando se debe decidir la candidatura del PRD para la capital. Andrés Manuel estaba impedido para ser candidato porque no tenía la residencia suficiente en la ciudad. Pensando en contrapesos a la candidatura de Vicente Fox, se da luz verde a la de López Obrador en el DF, impugnada entonces hasta en los tribunales por muchos perredistas, en forma destacada por Pablo Gómez. Ganó en el DF Andrés Manuel y la operación electoral la realizó Rosario, desde la jefatura de gobierno.

Fue allí cuando todo cambió. Rosario llegó a la presidencia del partido y Andrés, a la jefatura de gobierno. Desde esas posiciones, una se convirtió en la principal operadora de Cárdenas con aspiraciones propias a la candidatura presidencial y el otro, abiertamente en precandidato.

La política y la vida privada se estrellaron con el caso Ahumada y los videoescándalos. En ese momento la muy estrecha amistad de los 90 y la posterior disputa partidaria se convirtieron en franca, abierta confrontación. Cada uno tomó su camino: Andrés Manuel se fugó hacia adelante, tomó el control de buena parte del partido hasta crear otro con esas mismas bases y Rosario, luego de caminar en el desierto político, encontró en el equipo de Peña Nieto, en el Estado de México, el espacio para renacer políticamente.

Lo que sucedió después lo conocemos todos. Hoy, Rosario duerme en el penal de Santa Martha Acatitla y Andrés Manuel, en Palacio Nacional. El delito por el que se le acusa a Robles, ejercicio indebido en sus responsabilidades como funcionaria pública en relación con la llamada Estafa Maestra, es considerado menor y que no ameritaba prisión preventiva, misma que el juez dictó porque alegó que Rosario no tenía una residencia conocida en la ciudad (sic).

Más allá de que Robles haya tenido responsabilidad o no en esa operación financiera, lo cierto es que la acusación gira en torno al testimonio de tres exfuncionarios que manejaron esos recursos y que hoy son testigos protegidos de la Fiscalía General de la República (FGR), quienes aseguran que le dijeron a Robles de las anomalías que se presentaban con el manejo de esos recursos entregados a universidades e institutos.

El problema es que si había delito, lo estaba cometiendo quien recibía esos recursos y supuestamente lo malversaba. Y como en toda indagatoria de este tipo se debería comenzar por quienes manejaron en uno u otro sentido, el dinero, no sobre quien supuestamente fue omiso en hacer una advertencia al presidente en turno. Ninguno de los personajes que manejaron ese recurso está hoy en prisión preventiva, Robles sí. Escribía Borges que él no hablaba “de venganzas ni perdones”, que “el olvido es la única venganza y el único perdón”. En el poder no hay espacio para la poesía. Información Excelsior.com.mx

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