Por Yuriria Sierra
Ya son dieciséis. En 48 horas, México duplicó el número de personas con COVID-19. Los casos sospechosos también se incrementaron. A la confirmación de más enfermos, viene el análisis de su comportamiento: dónde estuvieron, con cuántas personas tuvieron contacto, etcétera. Los próximos serán días de mucha suma. Así lo hemos visto en los territorios fuera de China que importaron esta nueva cepa de coronavirus, nada más 120 países. Y contracorriente al mundo, México parece en calma. Al menos sus autoridades. Mientras que Italia, Francia o España, por decir algunos, suspenden toda actividad colectiva, y en otros casos, van más allá, lo contamos aquí ayer; en nuestro territorio no hay aún un llamamiento oficial para hacer un frente a la propagación. Calma, aún todo es calma. Acaso sólo el Tianguis Turístico que se realizaría en Yucatán en unos días cambio de fecha. Pero más allá de eso, nada. Ni siquiera una campaña de alto espectro que disipe dudas y deseche mitos sobre el contagio.
Sólo algunas instituciones educativas como el Tec de Monterrey, que ya suspendió actividades, o la UNAM, donde se cancelaron todos los eventos masivos. Ni el Vive Latino que se realiza este fin de semana en la CDMX ni el Festival Pa’l Norte de la próxima semana en Monterrey fueron cancelados, como ocurrió ya en otros países como en EU con Coachella o Lollapalooza en Chile. Todo sigue igual. A lo mucho, dijeron sus organizadores, reforzarán las medidas sanitarias, aunque no dieron mayores detalles.
Si la restricción a viajeros no es una medida con resultados científicamente comprobados, como lo advirtió ayer Hugo López-Gatell. ¿Qué hará México ante la amenazante fase 2 de la pandemia? ¿Cómo nos preparamos para evitar que el salto de los casos importados a los locales sea un golpe tan fuerte, como el que vimos en Italia y en tantos países más?
La recomendación número uno de las autoridades sanitarias en el mundo ante el COVID-19 es muy simple: lavarnos las manos, también evitar el contacto físico. Y ni siquiera esto se ha convertido en un mantra gubernamental que inunde el cotidiano contra la paranoia. Expertos aseguran que una de las medidas que ayudan a limitar la propagación del virus, es la cancelación de actos masivos. Lo recoge El País: “El objetivo es reducir las oportunidades de transmisión al tocar, toser, estornudar. Nuestras herramientas son la distancia social, quedarte en casa si estás enfermo (…) después de tocar una superficie que toca mucha gente, antes de comer o antes de ver a una persona vulnerable…”, afirma Caitlin Rivers, de la Universidad Johns Hopkins, una de las instituciones que ha seguido muy de cerca el desarrollo de esta cepa y que ha mapeado con mucha precisión su propagación.
Según un modelo matemático desarrollado por investigadores de la UNAM, será entre el 20 y 30 de marzo cuando la suma de nuevos casos sea materia de todos los días. También afirman que la medida de contención más efectiva es la cuarentena, la suspensión de actividades que nos pongan en contacto con más personas, más aun cuando no hay certeza total del comportamiento de la enfermedad.
Es cuestión de días. Ojalá que antes de que los números nos rebasen, las autoridades nos inunden con información, más que con mensajes de mantenernos en calma. Nadie, absolutamente nadie está a salvo, por eso la OMS ha declarado pandemia: desde un comerciante en el mercado de Wuhan, donde se originó el virus, hasta la esposa de Justin Trudeau, quien ayer dio positivo al COVID-19.
Mientras tanto, a lavarnos todos las manos. A hacer rutina esas medidas tan a nuestro alcance, que pueden ser la gran diferencia. Información Excelsior.com.mx