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Los derechos humanos y ser mujer

Por Francisco Zea

Para entender lo que está sucediendo con la toma de la sede de la Comisión Nacional de los Derechos Humanos, me parece fundamental entender los antecedentes de la figura del ombudsman, y en este caso, de la ombudspersonRosario Piedra Ibarra.

Esta institución tiene su origen formal en Suecia, cuando el rey Carlos XII en 1713, la crea para controlar a sus ministros y sus actos durante sus ausencias. Es fundamental entender su funcionamiento, que, posteriormente, se establece en la constitución sueca de 1717 como un órgano autónomo del rey, entiéndase como el Ejecutivo, pero, también, totalmente desligado de los otros poderes, el Legislativo y el Judicial.

Su evolución no ha parado, y en 1976 en la misma Suecia, una aparte de la institución veía temas de quejas en contra de tribunales, ministerios públicos y prisiones; la otra, investigaba quejas en contra de fuerzas armadas, autoridades locales, educación y bienestar.

Esta figura se extendió desde principios de 1920 en toda la península escandinava con diferentes modelos, pero siempre respetando un principio fundamental: la capacidad de intervenir e interrumpir de inmediato la flagrante violación a los derechos humanos y la necesaria independencia y autonomía de todos los poderes sobre los cuales le tocaba actuar en caso de un abuso en la aplicación de la ley, de un acto administrativo o la intervención de las fuerzas del orden.

Creo que lo primero y más importante es separar tres aspectos fundamentales:

El primero, el legítimo derecho y reclamo de mujeres y sus familias por desapariciones, feminicidios y violencia generalizada que sufre una mujer por el simple hecho de serlo, en este país.

Bien lo declaraba en una entrevista la saxofonista oaxaqueña atacada con ácido el año pasado, ser mujer en México “es una mala noticia”. En el espacio que tengo el privilegio de conducir, hemos presentado un serial, de magistral hechura, obra de Elizabeth Trenado, productora y compañera de aventura, que se titula: La muerte en casa, que describe de forma brutal cómo se mata a las mujeres en este país en el espacio que debería de ser su burbuja de mayor protección, su casa.

En segundo lugar, la injerencia de grupos políticos, que sin duda, están metiendo la mano y exacerbando las cosas para golpear al gobierno que, de forma poco inteligente, se agenció la Comisión y adoptó, como evidentemente sucedió, a la presidenta de la Comisión, quien ha resultado un fiasco. Yo hubiera esperado a que, por venir de una familia que luchó tanto tiempo por encontrar a un familiar desaparecido, le hubiera dotado de una sensibilidad importante para entender el drama que atraviesan miles de familias que no han tenido la justicia por años.

Y, en tercer lugar, el Presidente, incluso en declaraciones dijo que la toma de las instalaciones de la CNDH es para golpear a su gobierno. ¿Entonces la señora carnicera, es funcionaria de su gobierno o goza de autonomía?.

La lucha por los derechos humanos y su defensa, que ha sido una fundamental demanda de la izquierda, ha sido desvirtuada por el propio gobierno federal. Es un error garrafal, porque no sólo se esperaba de un gobierno progresista un reforzamiento de la lucha por los derechos humanos y, además, yo apostaría por una gran reforma en la cual se dotara a  la CNDH de facultades equivalentes a los organismos escandinavos, que pueden tener una intervención inmediata y sin determinación de otro poder, incluso excarcelar a una persona que esgrimen, fue arrestada violando sus derechos humanos.

En suma, la señora Piedra Ibarra no ayuda, es medio muda y medio carnicera. En el Senado habló de carne, de falda, de arrachera y de ribeye. Que los cortes y la madre y media. ¡A quién carajo le importa lo que coma! Es sabido que en las dependencias y organismos autónomos se puede comer y bien, pues hay un presupuesto para tal efecto. Lo que me parece una desilusión es que la señora, que buscó a su hermano tantos años y aprendió de la mano de su madre el dolor y la desesperanza de no encontrar a un ser tan querido, no tenga la sensibilidad de entender el dolor que causa ser mujer en México, y que desaparecer en este país sea una consecuencia. Un poco de “madre”, señora. Información Excelsior.com.mx

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