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Los dilemas y las selecciones

Por José Elías Romero Apis

El inicio de un nuevo año es época propicia para la reflexión acerca del porvenir. Para apreciar las circunstancias de nuestro propio acontecer. Para determinar que lo que nos sucede, lo que nos afecta y lo que nos aprovecha es real y tangible. Que no somos los espectadores de nuestra propia vida, sino los actores protagónicos, nos guste o no.

Y, sobre todo, que debemos apartarnos de ese Síndrome de Atlántida que suele inducirnos a pensar que nuestra vida colectiva está sucediendo en otro lugar, en otro tiempo y en otra dimensión, cuando en realidad está sucediendo aquí, ahora y al lado nuestro.

¡Vamos!, que nos está sucediendo a nosotros mismos.

Sin embargo, pareciera que los tiempos cobran un dinamismo insólito. Que acontecen más fenómenos en lapsos menores. Que existe un vértigo de sucesos que nos aturde y nos impide ver con claridad y razonar con plena lucidez.

En fin, que tenemos frente a nosotros un cúmulo de decisiones por tomar y, para nuestro mal o, por lo menos, para nuestra incomodidad, tenemos que decidir sobre innumerables cuestiones ineludibles para el porvenir de nuestra vida individual y colectiva.

Se cuenta, en alguna leyenda, que nuestros ancestros prehispánicos tuvieron un asiento originario en algún sitio del actual estado norteamericano de California.

Por razones desconocidas, aunque cuenta la leyenda que fue un mandato místico, emigraron en búsqueda de un nuevo asiento donde pudieran lograr esplendor y grandeza. Así se dio una hégira que habría de durar 80 años, según dicen algunos.

En su peregrinar hacia el sur aparecieron opciones y, con ello el imperativo, muchas veces doloroso, de selección. El grupo se dividió y se separó. Algunos bordearon el litoral del Pacífico, se beneficiaron de los ríos que forman la vertiente occidental, encontraron la bondad climática del altiplano y llegaron al Anáhuac donde fueron señores y dieron orgullo y nombre a la nación.

Otros, por el contrario, se internaron en la península de Baja California y, creyendo transitorio el desierto, fueron adentrándose cada vez más en lo que histórica, geográfica y literalmente les resultó un callejón sin salida.

Las decisiones de ambos grupos carecieron de información y el destino les deparó fortunas distintas.

No siempre los seres humanos tenemos la clara conciencia de la trascendencia que pueda tener en la vida individual o colectiva la toma de decisiones que, en apariencia, resultan simples.

En el año que comienza los mexicanos tendremos que realizar diversas operaciones de selección. Algunas colectivas y, otras más, individuales aunque generalizadas.

Los partidos políticos escogerán estrategias y la composición de sus acciones.

Los aspirantes para el futuro político habrán de seleccionar sus tiempos y estilos de contienda. Además, además deberán elegir equipos y ofertas electorales. Los sectores políticos seleccionarán entre unidad o cisma.

Los sectores productivos, entre solidaridad o discordia. Las bancadas congresionales, entre gobierno o anarquía.

Los comunicadores seleccionarán entre orientación o extravío. Los gobernantes, entre seriedad o farsa. Los ahorradores seleccionarán instrumentos. Los especuladores seleccionarán ingenuos. Los apostadores seleccionarán quinielas.

Las amas de casa, la forma de integrar una canasta. Los estudiantes, una opción de desarrollo. Los profesionistas, una vía de realización. Los patriotas, la forma de mejor proteger a México. Y los tránsfugas, como lo hacen siempre, seleccionarán su nuevo país.

El año que se inicia se adivina y se anuncia con riesgos y, por lo tanto, hay mucho qué cuidar y hay mucho de qué cuidarnos. Por eso, deseo ventura para todos nosotros, los mexicanos.

Es de desear que todas las decisiones que tengamos que tomar se realicen con seriedad y con responsabilidad, desechando espejismos, resentimientos y egoísmos.

Si lo hacemos así, con sensatez, habrá, como en nuestra leyenda, señorío y orgullo.

Sin ella, solamente tendremos por delante el desierto sin salida.Información Excelsior.com.mx

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