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En junio pasado, Los Fabulosos Cadillacs hicieron historia en la CDMX cuando abarrotaron el Zócalo, pero anoche, su concierto fue exactamente igual de divertido y emotivo. La diferencia es que ahora fueron 18 mil almas las que se reunieron para sumergirse en un carnaval sonoro en el que los sonidos argentinos y la influencia de la cultura mexicana se unen en una voz.
Después de una intro instrumental que pareciera fue sólo para aflojar las articulaciones, Los Cadillacs se arrancaron con lo que mejor saben hacer: volver locos a los mexicanos, y no dudaron en arrancar su regreso al Palacio de los Deportes con Mi novia se cayó en un pozo ciego.
Por supuesto desde la primera nota el público se levantó de su asiento y con sus voces acompañaron a Vicentico en un coro enorme, el cual tuvo continuidad con Carmela, la cual llegó con una lluvia de luces amarillas.
En junio pasado, Los Fabulosos dejaron en claro que son una banda que abarrota el lugar donde se presentan, en ese momento fue el Zócalo de la Ciudad de México, ayer, en el Palacio de los Deportes, no cabía una sola alma más, tanto la pista como las gradas estaban completamente abarrotadas y sentir el calor del ambiente y el de las demás personas no fue un impedimento para disfrutar con Estoy harto de verte con otros.
Y entonces el ruido se hizo presente en el recinto de la alcaldía Iztacalco cuando llegó Manuel Santillán, El León, con la cual el público no desperdició una sola nota para sacar sus mejores pasos para bailar con los argentinos y siguió dándole a la bailada con Demasiada presión.
Vicentico, quien apareció al inicio propiamente vestido con un saco negro, al momento de que llegó V Aniversario, no soportó un instante más la temperatura y se despojó de él, quedando en camiseta sin mangas y con sus lentes oscuros bien puestos.
Llegó el turno de una de las canciones más representativas de LFC. El genio del dub se convirtió en esa canción que mantuvo la energía estable entre el público que bajó un poco su intensidad, sólo para cargar pilas porque durante la primera media hora del show, los argentinos no dieron tregua.
Después de que hace un par de días el Sr. Flavio fuera a cargar energía a las pirámides de Teotihuacán, mostró el resultado regalándole a su público una movida y emotiva interpretación de Calaveras y diablitos, a tan sólo unos días de haberse celebrado en México el Día de Muertos.
Vamos a bailar al ritmo del león, buenas noches, buenas noches”, cantaba Vicentico en repetidas ocasiones para saludar a su público a quien pidió seguirlo con la letra del tema que comenzó Flavio, mientras Sergio Rotman hacía de las suyas en el sax.
Los condenaditos colocó en las pantallas una serie de veladoras en homenaje a los que se les canta el tema, dejando claro que para los argentinos una de las cosas que más les gusta de México es su cultura que con cada visita a lo largo de los años ha nutrido su música.
Los Cadillacs son familia, no sólo con su público, sino entre ellos, y para muestra es la presencia en el escenario de Florián, en la guitarra y Astor en las percusiones, hijos de Vicentico y Flavio, con quienes compartieron la noche de ayer y la de hoy.
Saco azul, Muy, muy temprano y Número 2 en tu lista fueron parte del festín sonoro que los argentinos le dieron a sus fans, quienes ataviados con gorras, playeras y chamarras de la mercancía de la banda —oficial y no— les mostraban su lealtad.
Una lluvia de luces blancas iluminaron el Palacio de los Deportes y bailaron al ritmo de Botellas rotas, Cartas, flores y un puñal, Tengo solamente dos maneras de estar cerca del cielo, Yo quiero morirme y Revolution rock, rolas que llegaron juntas en un mashup con el cual Los Cadillacs trataron de abarcar el mayor número de temas en su repertorio.
Y con una introducción diferente, sorprendieron a sus seguidores cuando las primeras notas de Siguiendo la Luna sonaron, un clásico que es imposible para los fans no cantarla a todo pulmón, mientras Vicentico hace espacio para que se escuchen las 18 mil personas que los veían, escuchaban y por supuesto grabaron con sus celulares.
Vamos a bailar toda la noche”, retumbaba por todo el Palacio mientras Gitana hacía su aparición y lograba que el bailongo fuera tan sabroso que el recinto se movió… la misma tónica continuó mientras Carnaval toda la vida sacó a flote toda la argentinidad de la banda.
Cuando las percusiones son las que abren un tema puras cosas buenas pueden pasar, como que el público cante a todo pulmón Mal bicho. “Este México, este México”, incitaba Vicentico a la audiencia para que pidieran a gritos “paz en el mundo”.
Y de nueva cuenta una pequeña dosis de percusiones llamó al Matador a escena, esa canción que en los 90 llevó a Los Cadillacs al canal de música MTV y con ello a su estrepitoso ascenso al mainstream, pero en el Palacio es esa canción que lleva a toda una generación a su adolescencia y al descubrimiento de la música de denuncia.
Tras una breve pausa, la banda regresó al escenario sólo para rendirle tributo a su propia sangre, la cual en Florián y Astor estaba tocando con ellos Vos sabés.
Silencio hospital anunció el inicio del fin… un final que todos esperaban, poque era de lo más bueno, pero nadie quería. Así Vasos vacíos inspiró a muchos a llenar los suyos con cerveza; El satánico Dr. Cadillac hizo volar algunos vasos con cerveza en la pista, pero Yo no me sentaría en tu mesa y su coro dejó a los asistentes extasiados. Hoy se repite la dosis. Información Excelsior.com.mx
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