Por: Francisco Garfias
Los gasolinazos no se han terminado. Habrá otros en febrero. El 4, el 11 y el 18, según el senador de Morena Mario Delgado. Sus colegas del PRI no lo desmienten. El tamaño del trancazo lo definirán dos factores: el precio del barril de petróleo y el descontrol del tipo de cambio.
La sensibilidad política nos dice que otro aumento a los combustibles será un atajo a la inestabilidad social. El descontento allí está. Asomó la cara al empezar el año. No quiero ser catastrofista, pero las luces están en amarillo. Si el gobierno las ignora, corre el riesgo de salir atropellado.
El enojo popular fue tema de la reunión que los senadores del PRI sostuvieron la noche del miércoles con el secretario de Hacienda, José Antonio Meade, y el director de Pemex, José Antonio González Anaya.
En la bancada que encabeza Emilio Gamboa hay mucha preocupación por lo que fue y por lo que se viene. Se lo hicieron saber a los altos funcionarios.
Muchos, no todos, están convencidos de que la medida es dolorosa y cobrará factura al otrora partidazo en las elecciones próximas. Pero dicen que es inevitable y salieron del citado cónclave decididos a cerrar filas con el presidente Peña, cueste lo que cueste.
No falta quien afirme que, en los casi dos años que le restan al régimen, se dejarán sentir las “bondades” de la Reforma Energética en los bolsillos de los consumidores.
Lo mismo que nos dijeron en agosto de 2014, cuando se aprobó la citada reforma y nos prometieron que no habría más gasolinazos.
“Era una decisión que había que afrontar y que hay que enfrentar por el bien del país”, nos aseguró ayer el senador del PRI José Francisco Yunes, presidente de la Comisión de Hacienda.
Yunes reconoció que los incrementos en febrero son casi inevitables, a menos de que baje el precio del petróleo y se estabilice el tipo de cambio. De lo que sí está seguro es de que no van a tener la magnitud que se dio el primero de enero (casi 18 por ciento promedio en las distintas gasolinas y el diesel).
Nos explica que el precio de los combustibles se había contenido prácticamente todo el año en función de una disposición de la Ley de Ingresos 2016. El año pasado no podía superar la banda inflacionaria, que oficialmente fue de 3.6 por ciento anual. Por eso dio el brinco con el año nuevo.
Consuelo de pobres…
—¿No hay temor de que el malestar social se vuelva a manifestar en bloqueos, saqueos si suben de nuevo las gasolinas?, preguntamos a Yunes.
—Tenemos que prevenir ese escenario. Es posible que los precios sigan al alza o que no se pueda controlar el tipo de cambio. Lo que hay que remarcar es que no es la Reforma Energética como dolosamente se ha querido exponer, ni mucho menos aumento del IEPS, lo que origina el incremento. Importamos más de la mitad de la gasolina que consumimos. Utilizamos el dólar para pagarla y sí nos cuesta más, repuso.
—¿Y qué hacemos con el descontento social?, insistimos.
—El punto que usted señala me parece pertinente. Se debe convocar a la participación responsable de todos los actores sociales. No sólo de los políticos. También de los medios de comunicación, los agentes económicos, la iniciativa privada.
“Si nos dejamos llevar en el frenesí de un estado de ánimo, podríamos trastocar la estabilidad social, provocar violencia e inseguridad que lastiman nuestra convivencia”.
Los senadores saben que a nadie le gusta que suban precios, sobre todo el de la gasolina, tan elemental y con tantas repercusiones. Pero no hay vuelta atrás. El peso del petróleo mexicano se hizo chiquito. “Se nos acabó la gallina de los huevos de oro”, dijo el presidente Peña.
Yunes de nuevo: “Tenemos que acostumbrarnos a que ya no va a ser el gobierno el que va a establecer ese precio con una decisión política, sino que será el mercado, con las condiciones de costo, como sucede en la mayoría de los países del mundo.
“Es cierto que hay un conjunto de expresiones que generan molestia, irritación en la sociedad. Tienen que ver con la impunidad, con la corrupción, con malos servicios. Tienen que ver con muchos excesos que hacen que se magnifique más el enojo. Esto era parte de lo que señalaron los senadores y las senadoras.
“No estamos participando bajo un cálculo electoral, este tipo de medidas genera un costo. Pero más costoso sería el que estuviésemos calculando el voto y la participación en términos estrictamente electorales. Los costos que vengan para el partido tenemos que soslayarlos con buena comunicación”, subrayó.
Se ve difícil que con buena comunicación el PRI salde la factura. La credibilidad del régimen anda por los suelos. Basta con revisar encuestas. Queda año y medio para la próxima elección presidencial. Necesitan de un milagro.
En la reunión de los senadores con Los Pepes —Meade y González Anaya— se habló de la necesidad de que la Cámara alta acredite un esfuerzo de ajuste y de ahorros económicos para mostrar congruencia, según el queretano Enrique Burgos, presente en el cónclave
Los efectos de lo allí hablado se dejaron notar de inmediato. Pablo Escudero, presidente de la Mesa Directiva de la Cámara alta, adelantó que este lunes será anunciado un programa de austeridad y disciplina presupuestaria en el Senado.
Se congelarán plazas, se reducirá el gasto en diez por ciento. Habrá ahorro en combustibles, telefonía, compra de vehículos.
El Senado pedirá que los recursos que salgan de allí sean utilizados para proteger a los connacionales que emigraron a Estados Unidos en estos tiempos en que la supremacía blanca pretende volver por sus fueros. Información Excelsior.com.mx