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Los otros muertos de la noche de Iguala: no son 43, son 46

No son 43…son 46, dicen las madres de los jóvenes que fueron asesinados la noche del 26 de septiembre de hace cinco años en Iguala, Guerrero. Para ellas también la búsqueda de los 43 normalistas desaparecidos de Ayotzinapa es un motivo de esperanza.

Provocaron un dolor muy grande, tranquilidad, no la hay, estamos muriendo día a día, segundo a segundo, todos los días, a cada minuto, todo el tiempo”, asegura Inés Gallardo, mamá de Daniel Solís Gallardo.

Bertha e Inés reclaman que la exigencia de justicia también debe ser por sus hijos, Julio César Ramírez Nava y Daniel Solís Gallardo, asesinados en el ataque a los normalistas de Ayotzinapa.

Ambas madres se alejaron de las manifestaciones por problemas económicos y familiares.

Julio César Ramírez Nava era de recién ingreso. En dos ocasiones había intentado ingresar a la Escuela Normal, tenía 23 años de edad y era originario de Tixtla.

Julio César fue asesinado en la esquina de Juan N. Álvarez y Periférico, en Iguala.

Nadie me daba razón, me enteré hasta los cuatro días que lo fui a reconocer, conforme enterramos a mi hijo, me metí de lleno en la lucha pues dejé a mi familia”, relató Bertha Nava, madre de Julio César.

Su padre, Tomás Ramírez, murió en diciembre pasado. Su madre jamás aceptó la ayuda económica o psicológica del gobierno.

¿Para qué vienen, si te vienen a ofrecer algo? ¿Qué pensaban? ¿Que tenía yo un precio? No pueden traerme a mi hijo, a la fregada, yo no necesito un psicólogo”, reclama Bertha.

Daniel Solís Gallardo tenía 18 años de edad, creció en Zihuatanejo y provenía de familia de normalistas. También murió esa noche. Su madre confiesa que, en el inicio, no se involucró en los reclamos de justicia por los normalistas.

Ya hasta después del año me empecé a involucrar, pero no al 100, no me sentía a gusto con que me estuvieran recordando”, comentó Inés Gallardo, mamá de Daniel.

Por este hecho, cuenta, terminó su relación con el padre de Daniel. Inés se refugió en Tixtla, pues considera que, de esta forma, continúa cerca de su hijo.

Aquí estamos las familias de los muertos, fíjense, para mí, mi esperanza son 43 chamacos, sin esa esperanza, yo estaría muerta”, asegura Bertha, mamá de Julio César.

Con información de En Punto

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