Por Enrique Aranda
Superados apenas, en su etapa inicial al menos, los efectos más traumáticos del sismo de 8.2 grados en la escala de Richter que, literal, sacudió al país al cierre de la pasada semana, nada parece impedir que, a partir de ya, las diferentes fuerzas políticas comiencen a dejar de lado todo aquello que les distrae y, en consecuencia, asuman con mayor seriedad el reto que para todas ellas implica la inminencia de los comicios federales del (cada vez más) próximo 2018.
Y esto, porque a riesgo de ahondar el profundo descrédito que les alcanza a todos por igual, a la democracia partidista como tal inclusive, nada asegura hoy que, ni el Revolucionario Institucional, el de la Revolución Democrática y, menos, Acción Nacional, por citar sólo a los principales, puedan llegar (internamente) unidos, cohesionados al menos en torno a un interés, a la cita con las urnas. Vamos, ni el (supuestamente) monolítico lopezobradorismo puede hoy garantizar unidad plena de cara a las elecciones que se anticipan como las más competidas y polémicas de las últimas décadas… ¡lo que no es poco decir!
¿Qué no?, bueno…
Ahí, a la vista de todos, está la profunda crisis y grave riesgo de ruptura que en el interior del blanquiazul genera la irresponsable indefinición de su administrador de turno Ricardo Anaya que, sin importar el costo de su actuar, insiste en mantenerse como “juez y parte” en la disputa de la candidatura presidencial con Margarita Zavala, la más aventajada (aún) entre los aspirantes panistas, y el poblano Rafael Moreno Valle o, en el frente contrario, en el tricolor, la insistente exigencia de cuadros partidistas “tradicionales” de una elección abierta de quien será su abanderado frente a quienes, desde el gobierno y vía su “operador” Enrique Ochoa pretenden se mantenga la facultad del presidente Enrique Peña Nieto, en este caso, de nombrar a su sucesor.
Del otrora izquierdista sol azteca, inmerso hoy en la más profunda crisis de legitimidad y confianza ante su cada vez más diezmada militancia o, para no omitir citarle, Morena encabezado por el incuestionable Andrés Manuel López Obrador, mejor ni hablar. Son ejemplo, como los anteriores, que poco o nada aportan al mantenimiento de la esperanza en las organizaciones partidistas o, menos, en sus dirigencias de turno…
No es poco lo que estará en juego el próximo año: poco más de tres mil 450 cargos de elección popular, la Presidencia, nueve gubernaturas, el total de las curules del Congreso de la Unión y, en cifras gruesas, poco menos de la mitad de las alcaldías del país…
De ese tamaño es el reto de los partidos… y el riesgo de México en 2018.
ASTERISCOS
*¡Vaya que la actitud prepotente y despectiva mostrada siempre hacia el Congreso, hacia el Senado en especial! durante su gestión al frente del Instituto Federal de Telecomunicaciones (IFT) podría revertirse contra el castillejo Gabriel Contreras que, desde hoy, deja el cargo a Adriana Sofía Labardini que, se prevé, podría arrancar designando al contralor que, durante 4 años, aquel se negó a nombrar.
*Apenas dejar la presidencia de la Mesa Directiva en San Lázaro, el viernes, la anayista Guadalupe Murguía decidió “arrastrar el estilo…” al afirmar que si el priismo no quería escuchar al gris-gris Marko Cortés, su coordinador, era porque estaba dolido por la forma en que, finalmente, el panismo ¿logrará? revertir la “Minuta Anaya”. “Les ardió el culo…” soltó —La Jornada, 8/09/17— y abandonó el salón. Aplausos, diputada…
*De llamar la atención lo expuesto por el coordinador senatorial priista Emilio Gamboa quien, amén de celebrar la vuelta de la institucionalidad a la colegisladora, indicó que su fracción trabajará con aquella para aprobar, pronto, una Ley de Seguridad Interna que dé certidumbre a marinos y soldados, y para aprobar el Paquete Económico 2018…
Veámonos el miércoles, con otro asunto De naturaleza política.
Twitter: @EnriqueArandaP
Información Excelsior.com.mx