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El “Plan B” de la reforma electoral, necedad del “yo supremo”, Andrés Manuel López Obrador, pronostica el caos democrático; vienen tiempos de cólera.
Aunque el discurso oficial lo niegue, en breve podría concretarse el “descuartizamiento” del INE, y tirar sus restosa una fosa común. El “Plan B”, de burro, ataca su sistema operativo al eliminar las Juntas Distritales junto con su personal.
Adán Augusto López, secretario de Gobernación, miente cuando dice que -solo- Lorenzo Córdova y Ciro Murayama perderán su trabajo; el capricho presidencial, en la paranoia de controlarlo todo, deja sin empleo a 2 mil 571 miembros del Servicio Profesional Electoral Nacional, el 84 por ciento de la plantilla del instituto.
Entre los despedidos se encuentran los vocales distritales del Registro Nacional de Electores, quienes manejan el padrón y gestionan y entregan la credencial de elector.
–¿Y entonces quién y cómo manejará esos datos?
–Obvio, los “siervos” de la 4T, dizque de la Nación, burócratas mediocres, inacapaces y mal pagados.
Y no solo eso, también se irán los capacitadores electorales, responsables de enseñar a los funcionarios de casilla como hacer su trabajo; sin ellos, el contéo de votos será una pesadilla que abrirá puertas a la incertidumbre.
El INE funciona, y funciona muy bien, pero estorba al autócrata populista, disfrazado de demócrata, acostumbrado a imponer aventuras fallidas como el INSABI, la refinería de Dos Bocas, la central avionera o el “trenecito” maya; ejemplos ominosos sobran.
La 4T, y el mesías de Macuspana, tienen manos de lumbre; dizque transforman, cuando en realidad deforman. Información Radio Fórmula