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Más allá de Cienfuegos, el desencuentro permanente

Por Jorge Fernández Menéndez

Con altas y bajas, con mayor o menor colaboración, con presidentes demócratas o republicanos, la relación en los ámbitos de seguridad de México con Estados Unidos, sobre todo desde el estallido de la llamada guerra contra las drogas en los años 70 y 80, no ha tenido un solo sexenio sin graves conflictos.

El punto inicial hay que buscarlo en el caso Camarena, cuando fue secuestrado, torturado y asesinado en febrero de 1985, el agente de la DEA, Enrique Camarena, por el Cártel de Guadalajara. La historia es una de las más complejas y ha marcado la relación bilateral, sobre todo con esa agencia, entonces naciente, con poco personal y presupuesto, sobre todo en comparación con la CIA, en sus momentos de máxima expansión. Lo cierto es que el asesinato de Camarena (y de su piloto mexicano, Alfredo Zavala) se dio luego del descubrimiento del rancho El Búfalo, la mayor propiedad para producción de mariguana encontrada hasta el día de hoy, un golpe dolorosísimo para el Cártel de Guadalajara.

Lo que Camarena no sabía o apenas estaba descubriendo es que existía un acuerdo entre la CIA, sectores del gobierno mexicano, aparentemente de la DFS, y el Cártel de Guadalajara para que, como parte de la operación Irán-Contras, los narcos llevaran armas a la contra sandinista en la frontera de Honduras con Nicaragua, a cambio de regresar con cocaína y de entrenar a miembros de la contra en ranchos de Veracruz.

Esa historia, que pudo haber determinado también el asesinato del periodista Manuel Buendía, la hemos contado con detalle desde hace años, en los libros Narcotráfico y Poder (Rayuela, 1997) y El Otro Poder (Aguilar, 2001). Al descubrir esa trama, Camarena puso su vida en riesgo y Rafael Caro Quintero decidió secuestrarlo. Según investigaciones de la propia DEA, en su tortura participó un muy conocido operador de la CIA, Félix Rodríguez. Desde entonces, la DEA (que nunca presentó una denuncia contra Rodríguez u otra agencia de su país) acusó que participaron de esa decisión distintos funcionarios del gobierno mexicano, sobre todo el entonces secretario de la Defensa, el general Arévalo Gardoqui y el secretario de Gobernación, Manuel Bartlett. Incluso dicen que el mismo día del secuestro de Camarena, en la misma casa donde éste era torturado (una casa, eso está comprobado, propiedad de Rubén Zuno Arce, cuñado del expresidente Luis Echeverría, detenido en EU y fallecido después de 23 años de cárcel en el 2012), todos esos y otros funcionarios federales discutían el destino de Camarena y el futuro del acuerdo con los jefes del narco.

La trama Irán-Contras con la CIA, el narcotráfico y funcionarios mexicanos (supuestamente de la DFS) es real, está comprobada, pero esos encuentros, como casi todo desde entonces, son resultado de testimonios de testigos protegidos, exnarcos vueltos colaboradores, y resultan inverosímiles. ¿Para qué reunir en esa casa a narcos con medio gabinete, prominentes políticos y militares sin que quedara huella de la misma, sobre todo cuando había desplegadas fuerzas en todo Guadalajara para encontrar a Camarena?.

Desde entonces, uno de los objetivos de la DEA han sido los asesinos de Camarena, todos menos Caro Quintero, detenidos o abatidos, pero también el general Arévalo Gardoqui que fue defendido por el gobierno mexicano y también por el ejército estadunidense.

Al llegar Carlos Salinas y George Bush a la presidencia (Bush como director de la CIA y luego como vicepresidente de Reagan tuvo un papel protagónico en el Irán-Contras) la relación, que había sido catastrófica entre De la Madrid y Reagan, se estabilizó notablemente y no se volvió a hablar del caso, hasta que fue detenido Zuno Arce en California, y en México se secuestró al doctor Álvarez Machain, acusado de ser el médico que atendió a Camarena para que siguiera con vida durante la tortura. Fue secuestrado en una operación clandestina de la DEA en Guadalajara y llevado a Estados Unidos. No hay casi dudas de que Álvarez sí “atendió” a Camarena, pero el secuestro extraterritorial fue reclamado por el gobierno federal y fue regresado a México, y nunca fue juzgado por ese caso.

Durante el gobierno de Zedillo, con la muerte de Pablo Escobar en Colombia, había un nuevo personaje estelar en el mundo del narco, Amado Carrillo Fuentes, el Señor de los Cielos, quien murió finalmente en julio del 97 en una operación quirúrgica (en realidad lo mataron sus médicos). Meses antes se dio la caída del general Gutiérrez Rebollo, en febrero de ese año. Rebollo había sido designado zar antidrogas apenas semanas atrás, con el apoyo y el beneplácito de todas las instancias estadunidenses, pero se descubrió que Gutiérrez, en realidad, trabajaba para Amado Carrillo, que vivía en el mismo edificio de Polanco que una de las novias del narco, que era el contacto entre ambos, quien le pagaba la renta, el club de golf y otros placeres.

Lo de Gutiérrez Rebollo sorprendió a todos, en este caso también a la DEA y el entonces secretario de la Defensa, el general Enrique Cervantes, lo tomó como lo que era, una traición. Pero una vez más la relación acabó lastimada con esa agencia.

Comenzaba poco después el gobierno de Vicente Fox. Lo sucedido desde entonces se lo contaremos mañana. Información Excelsior.com.mx

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