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Merecemos saber

Por Mario Luis Fuentes

Es importante decir que del total de las víctimas de homicidio, el 65 por ciento tenía menos de 39 años al momento del fallecimiento y, de hecho, el 10.25 por ciento del total, es decir, 22 mil 598, tenían 19 años o menos, mientras que el restante 54.99 por ciento, es decir, 121 mil 234, tenían entre 20 y 39 años de edad.

Las cifras, como puede verse, son descomunales, se trata de un promedio de 20 mil casos anuales, es decir, 55 homicidios al día. Es una realidad atroz en la cual todos los días hay decenas de viudas, de huérfanos, de padres y madres que pierden a sus hijos e hijas de manera cruenta.

Visto por grupo de edad, la tragedia se percibe aún de mejor manera: dos mil 711 niñas y niños menores de diez años han fallecido por homicidio, es decir, 135 casos por año, o lo que es lo mismo, un promedio de una niña o niño asesinado cada tres días.

A ellos deben sumarse los mil 946 niñas, niños y adolescentes de diez a 14 años que han perdido la vida por la misma causa, así como los 17 mil 941 que tenían entre 15 y 19 años de edad al momento de perder la vida,
esto es, al menos, dos casos por día en este segmento etario.

Es un error pensar que en ello para la tragedia, la realidad es peor, de acuerdo con el Registro Nacional de Personas Extraviadas y Desaparecidas, al corte del 28 de febrero de este año, se tenía el dato de que mil 63 niñas y niños menores de diez años se encontraban en esa condición, también mil 725 adolescentes de 10 a 14 años, así como cinco mil 34 entre los 15 y los 19 años de edad.

En total, se asume que hay 34 mil 268 personas de quienes se desconoce su paradero, cifra superior a las 28 mil personas de las que se hablaba hasta hace cinco años. Y una cifra menor, según varios expertas y expertos, debido al subregistro y la negativa de numerosos ministerios públicos que, en lo local, se niegan a iniciar las carpetas de investigación correspondiente.

Hay pues, al menos 34 mil familias que no saben qué pasó con sus seres queridos y entre quienes han perdido a una persona cercana como víctimas de homicidio, habría que preguntar cuántas han encontrado auténticamente justicia.

Por el contrario, las historias en lo cotidiano son de absoluta impunidad, de insensibilidad y revictimización institucional y, sobre todo, de indolencia de una clase política que sigue impávida y en no pocas ocasiones, cómplice por acción u omisión, de esta aterradora realidad.

Por eso, quienes disputarán la Presidencia de la República deben tener una postura muy clara sobre estos problemas y, sobre todo, tener una propuesta viable sobre cómo reconciliar al país.

La política social en su conjunto no puede seguir omitiendo el tema en su diseño y operación, y, en ese marco, el subsistema de asistencia social, así como el sistema nacional de atención a víctimas, se encuentran en deuda total porque no han modificado sus objetivos para centrarlos adecuadamente en la protección a quienes hoy son vulnerables debido a su condición de víctimas.

Tenemos derecho a saber, sólo así podrá reconciliarse nuestro país: con base en la verdad, porque de manera inequívoca, ésta casi siempre acompaña a la posibilidad de vivir en libertad.Información Excelsior.com.mx

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