Por Yuriria Sierra
A mí me enseñaron que si dos cosas eran iguales es que una era copia de otra. Menos duda queda de esto cuando se trata de textos, uno presentado en 1986 y otro en 1987. El espacio para la duda se desvanece cuando, además, en el trabajo, que rebasa el ciento de páginas, aparece la misma profesora como tutora. Sí, el escándalo prenavideño que deberá tener consecuencias.
Guillermo Sheridan lo señaló en su espacio en LatinUS: la ministra Yasmín Esquivel plagió su tesis de licenciatura en derecho de una presentada un año antes por Édgar Ulises Báez; ella, alumna de la FES Aragón; él, de la Facultad de Derecho. Y no son conjeturas, los trabajos, que se pueden consultar en la Dirección General de Bibliotecas de la UNAM, se muestran tal como Sheridan lo explicó: hoja por hoja, cambiarán apenas un par de sinónimos, la justificación de los párrafos y el contenido propio de cada autor, como los agradecimientos (sería el colmo que no fuera así). El diario El País hizo su propio análisis y encontró que ambos tenían incluso los mismos errores ortográficos. En la redacción de Imagen Noticias hicimos el ejercicio, revisamos páginas de manera aleatoria, una persona las leyó de la tesis de 1986 y otra siguió la lectura en la de 1987. Mismos párrafos, no importó que el azar nos llevara al capítulo I o a las conclusiones: mismo contenido.
Y a esta burla llegó una más: su defensa. Tras la publicación de la columna de Sheridan, la ministra, que además aspira a presidir la Suprema Corte de Justicia de la Nación, comenzó a publicar en Twitter cartas firmadas, entre otros, por la profesora que se ostentó como su tutora: Martha Rodríguez Ortiz. En su documento afirma haber asesorado 500 tesis en sus 45 años de trayectoria, pero en ningún momento presentó pruebas ni desmintió los señalamientos de plagio.
Precisamente, Rodríguez Ortiz fue un pasó más allá en su intento de defensa del trabajo presentado por la ministra, esto le dijo a Manuel Feregrino en Grupo Fórmula: “Después de 35 años en que la ministra ha estado en función pública, se me hace muy extraño que hasta este momento en que ella alzó la mano para ser presidenta de la Corte salgan estas cosas. Yo he sufrido la misoginia, en la UNAM no se ha descartado eso (…) Yo creo que dudar de la UNAM, dudar de las mujeres es parte de un complot en contra de nosotras (…) Para mí, tiene mucho de misoginia, de que no les guste que las mujeres se eleven en las posiciones”.
El asunto es así: una mujer que hoy es ministra de la Suprema Corte de Justicia de la Nación presentó una tesis idéntica, de principio a fin, a otra que alguien más presentó un año antes. Y la única defensa que se les ocurre en su favor es alegar que se trata de misoginia. Se equivocan: no la están culpando por ser mujer, la señalan porque es ministra, porque, al igual que sus compañeros de la Corte, ella debería tener claro el significado de legalidad. La ministra Yasmín Esquivel ocupa un espacio en donde los temas de género deben abordarse con seriedad y no utilizarse para borrar una trampa, porque las cosas como son: ella hizo trampa en su tesis y arroparse con el argumento de misoginia es prostituir y abaratar el discurso de género. La ministra Esquivel no merece, por lo pronto, presidir la SCJN. Ya dirá la UNAM qué procede en la revisión que hará del trabajo que le dio un título universitario. Información Excelsior.com.mx