Por Yuriria Sierra
El Inegi fue fundado en 1983 por quien, además, fue su primer presidente: Pedro Aspe Armella. Tenía 31 años cuando, como un gran pionero, logró visualizar, dar vida y convertirse en la cabeza de esta institución dedicada a la búsqueda e interpretación de datos. Tenía la inteligencia y las credenciales académicas imprescindibles para concretar esa revolucionaria labor.
Durante estos —más de 20— años, el instituto, con sede en Aguascalientes, ha tenido varios presidentes. El pasado martes 28 de febrero se publicó en la Gaceta del Senado de la República que iniciaba el proceso de aprobación del nombramiento de Paloma Merodio Gómez como miembro de la Junta de Gobierno del Inegi. Por primera vez una mujer está propuesta para llegar a tan importante colectivo, pues nunca antes la Junta ha tenido a mujeres en su órgano colegiado. En estos días hemos leído o escuchado a quienes se oponen a este nombramiento argumentando “falta de experiencia” y subrayan como una de sus debilidades su edad, 31 años (la misma que tenía Pedro Aspe al fundar el Inegi, por eso empecé con ese apunte. Y estudió economía en el ITAM, al igual que el también exsecretario de Hacienda). El triste argumento (que más bien suena a grilla barata) lo expresó el Centro de Estudios Espinosa Yglesias hace unos días en un comunicado: “Carece de las más elevadas credenciales profesionales, de una larga carrera académica al máximo nivel o de experiencia en el sector público en puestos superiores a una dirección general y una coordinación…”. Pero, “pequeño” detalle, Paloma Merodio, que actualmente labora en la Secretaría de Desarrollo Social, es la encargada de la medición de todos los programas sociales, de generar información a través de estudios y evaluaciones (utilísimas para la toma de decisiones y mejora de los programas). Digamos, pues, que el perfil para ocupar el cargo dentro de la Junta de Gobierno del Inegi lo tiene más que acreditado. Si eso no parece suficiente, diremos que, en el IMSS, Paloma realizó mejoras en los procesos de recolección, producción y uso de información de los procesos de operación de las unidades médicas; información que hoy permite brindar servicios de mucho mayor calidad a los derechohabientes del Seguro Social con menores tiempos de espera, mejor atención en urgencias y una eficiente asignación de camas, por decir algunos ejemplos. También fue responsable del diseño de estrategias de pago por resultados para subrogación de servicios integrales de enfermedades crónicas. Paloma, a diferencia del resto de los miembros de la Junta, pertenece a una generación que no sólo entiende todas las herramientas que, hoy por hoy, provee la tecnología, la recolección y procesamiento de datos. Ella, a diferencia de los demás, está completamente familiarizada con todo lo que hoy se desprende de la generación big data y todas sus posibilidades para la recolección, procesamiento e interpretación de datos que permiten no sólo más precisión de la realidad, sino un diseño mucho más asertivo de políticas públicas en función de esos mismos datos. Esto, por decir algo de su “limitada experiencia en el servicio público”, como lo expresan quienes (incluidos algunos periodistas que no tienen ni la más mínima idea de lo que es el análisis cuantitativo) se oponen a su nombramiento.
La Junta de Gobierno del Inegi es el órgano superior de dirección del Instituto y se compone por cinco miembros designados por el Presidente de la República, con la ratificación del Senado. Uno de esos lugares merece ser para ella. No por el hecho de ser mujer, sino por el hecho de ser una mujer preparada que, con sus credenciales, abonaría muchísimo al manejo del big data que tanto ayuda para entender nuestra realidad.
Hoy necesitamos gente no sólo capaz en el sentido técnico, sino que pertenezca a una generación innovadora que genera información estadística confiable y accesible, que camine de la mano de la tecnología. Ésa es la ventaja del big data y esa es la mayor ventaja en una persona joven como Paloma: suma el conocimiento técnico indispensable con el manejo de las nuevas posibilidades tecnológicas. Al interior y fuera del Inegi se recuerda el episodio, en julio de 2016, de cuando el Instituto entró en polémica con el Coneval por las diferencias en la información sobre el ingreso de los hogares, que permite la medición de la pobreza. Un perfil joven y preparado como el de Paloma mucho contribuiría para que errores así no se repitan. Para que las metodologías dejen menos espacio al error y al disenso entre la realidad y su cuantificación. Sólo falta que el Senado decida apostar por el futuro y no por las grillas estériles que tanto inmovilismo le han traído ya al país.
Fuente: Excelsior.com.mx