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Morena atraviesa una encrucijada: o soluciona sus problemas internos o comenzará a resquebrajarse de cara a las elecciones del 2024.
Hoy por hoy, el partido en el poder, que recibe casi 2 mil millones de pesos de presupuesto público, por parte del Instituto Nacional Electoral (INE), es un gigante con pies de barro.
Las fisuras comienzan a asomarse: en Coahuila la Cuarta Transformación va dividida. Mejía por un lado y Guadiana por otro. Los votos del obradorismo se canibalizarán entre sí.
En el Estado de México no todos los sectores de Morena estuvieron contento, en su momento, con la candidatura de Delfina Gómez y quizá haya quienes, sin cambiar de colores, sí cambien de bandera en la hora de la operación electoral.
Hasta ahora todo parece arrojar que el ‘tiro’ será entre Claudia Sheinbaum y Adán Augusto, quienes son los favoritos de la militancia guinda de hueso colorado.
Ebrard goza de altas simpatías y popularidad, sobre todo en las clases medias, pero no necesariamente cuenta con un gran respaldo dentro del morenismo.
Caso similar al de Ricardo Monreal, que goza de tener una fuerte estructura de apoyo territorial, además de que cuenta con el apoyo de un gran número de legisladores, gobernadores y alcaldes. Pero es repudiado por el ala dura del obradorismo, que es donde se toman las decisiones partidistas.
Hay atisbos de un desmembramiento masivo en Morena. Que no necesariamente ocurrirá… pero el riesgo esta latente.
Este miércoles, el diputado Omar Castañeda, uno de los mejores cuadros del morenismo, simpatizante de Ebrard, abandonó la bancada de su partido en San Lázaro y decidió pasarse a Movimiento Ciudadano.
Es probable que en los siguientes meses (este año, recuerden, inicia el proceso electoral del 2024) veamos más cambios similares. Más movimientos y saltos de un bando a otro.
Las fisuras comienzan a asomarse en el partido guinda… y cada vez hay más desertores.
Información Radio Fórmula