Por sentirse oprimida por las normas de su religión, Addie Andrews decidió abandonarla para convertirse en estrella del cine pornográfico.
Andrews creció en un pueblo estadounidense del noroeste del Pacífico con “poca libertad”. Sus padres tenían una exigencia para ella: tener una religión. Podía ser la que ella quisiera pero debía de seguir los preceptos de una. A los 17 años optó por la Iglesia de Jesucristo de los Santos de los Últimos Días.
La iglesia me aceptó, fui bienvenida y yo quería hacer el bien.
Ella solo había tenido sexo en una ocasión previo a unirse a los mormones. Y partir de su entrada en la religión, siguió sus principios. Sin embargo le generó un fuerte conflicto la prohibición del sexo premarital.
Entre más me introducía en la religión, más lejos de mi identidad me sentía.
Pese a lo anterior, no volvió a tener relaciones sexuales hasta los 26 años.
¡Estaba sexualmente reprimida! Esencialmente eres una monja, dedicada a tu religión durante ese periodo.
Además de no poder tener sexo, tampoco podía ver películas con su familia en Sabbath, y ni siquiera pudo ser dama de honor en la boda de su hermana, ya que el tipo de vestido que usan es inapropiado para los mormones. Fue entonces cuando reconsideró el curso de su vida. Y extrañaba sus pasiones de la niñez: cantar, bailar y actuar.
Así fue como en el 2017 decidió dejar la iglesia y mudarse a California, sin embargo, pese a tener un título universitario, no encontraba trabajo ni como mesera. Por lo que probó suerte como bailarina exótica. Fue entonces cuando empezó a ser contactada por agentes de la industria del cine pornográfico.
En poco tiempo ha crecido su popularidad en el mundo de las películas para adultos. Además, actualmente cuenta con más de 97 mil seguidores en Instagram.
La mujer que ahora tiene 31 años sabía que su familia se sorprendería por el cambio de rumbo en su vida, sin embargo, con mente abierta, la aceptaron.
Mi hermano dijo ‘definitivamente nunca veré tu porno pero te ves más feliz que nunca, así que apoyo tu decisión’.
Erika Lust, una directora de cine para adultos, busca que todos disfruten del porno
Vía New York Post