En el diario ir y venir al utilizar el transporte público, son muchas las anécdotas que han experimentado los usuarios, algunas desagradables, pero otras, todo lo contrario.
Tal es el caso de Paola Moo, quien desde que comenzó a estudiar su carrera de licenciatura en fisioterapia, regresa en camión después de las 10 de noche a su casa, en la colonia Los Reyes, al oriente de la ciudad.
“Llevo el camión Brisas Ruta Uno, que está a un costado de donde venden piñatas y está cerca de una cantina, y muchas veces me ha pasado que algunos borrachitos caigan sobre mí, lo cual es muy incómodo”, señala.
Sin embargo, no todo ha sido desagradable, pues le tocó observar que existe la amabilidad y amor hacia el más desprotegido.
“En una ocasión vi a un señor y una señora que llevaban varias bolsas, que iban dejando cada una en alguna caseta telefónica. En cada una tenían una pequeña despensa, me di cuenta de ello, pues al poco rato que las dejaron un señor que se ve vive en la calle tomó algunas galletas y pasó cerca. Así como él, otras personas hicieron lo mismo”, recordó.
También, en una ocasión le tocó sentarse con una señora que se quedó dormida y por más que trató de despertarla no pudo.
“Igual me ha tocado ver como a algunos, de tan ebrios que están, les roban su dinero, u otros quieren seguir tomando en la calle. La vez pasada hasta la patrulla llegó, pues llegaron unos señores que compraron una canastilla de cerveza y comenzaron a tomar en el paradero, los policías les dijeron que no se puede beber en la vía púbica, se pusieron impertinentes. Accedieron a botar las que bebían, y cuando se fueron los agentes sacaron las otras que tenían guardadas”, comentó.
En estos cuatro años, Paola indicó que afortunadamente, salvo estos casos de personas ebrias, no le ha tocado presenciar otros actos delictivos, como asaltos y agresiones. Información Sipse.com