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Nadie sabe con quién se casa…

Por Víctor Beltri

…pero todo mundo sabe de quién se divorcia’, suelen decir quienes se dedican a la —muy— complicada práctica del litigo familiar, mientras escuchan la narración de las tropelías recibidas por sus clientas —en su mayoría—. “Me engañó con sus falsas promesas, y no es quien dijo ser”, dicen algunas. “Me utilizó para llegar a donde quería, y después nos abandonó”, acusan otras.

“Se ponía como loco cuando lo contradecía, y me acusaba de acostarme con otros; me negaba sus traiciones —aunque le mostrara las evidencias— y decía que había un complot en su contra. Me controlaba, a través del dinero que me daba, y ‘así me iba’ si no estaba de acuerdo con él; me dejó embarcada, y ahora no lo reconozco”. La narración puede variar, siempre, pero termina siendo la misma: la triste historia de quien estuvo dispuesto a creer en alguien que terminó por decepcionarle, a pesar de toda evidencia.

“Desde la más intensa cercanía confirmé ayer que Andrés Manuel @lopezobrador_ ha tenido una transfiguración: se mostró con una convicción profunda, más allá del poder y la gloria”, relataba —al día siguiente de la toma de posesión del Presidente en funciones— un emocionado Porfirio Muñoz Ledo, en sus redes sociales. “Se reveló como un personaje místico, un cruzado, un iluminado. La entrega que ofreció al pueblo de México es total. Se ha dicho que es un protestante disfrazado. Es un auténtico hijo laico de Dios y un servidor de la patria. Sigámoslo y cuidémoslo todos”, urgía —sin dudarlo— quien ahora se muestra azorado ante la realidad de sus propias letras: de la transfiguración del candidato ingenuo al Presidente autócrata, mientras descubre que un místico no puede equivocarse, porque experimenta lo divino; que la misión de un cruzado es luchar, incansable, contra los enemigos de la causa que enarbola; que un iluminado siempre creerá tener la verdad absoluta. El mismo azorado que, apenas hace unos días, descubrió que el Presidente en funciones es capaz de enviar a su guardia pretoriana, con toda su fuerza, en contra de los migrantes —que había defendido como causa de campaña— con tal de agradar a quien en su momento, incluso, le dedicó un libro: Oye, Trump. Juan Trump, le contesta. Nadie sabe con quién se casa.

“Las víctimas no son un show, presidente”, afirmó —por su parte— el poeta Javier Sicilia, antes de emprender la marcha —en solidaridad con las víctimas de la tragedia de Bavispe—, que se llevó a cabo apenas el día de ayer, domingo, y que el Presidente en funciones descartó desde antes. Una marcha que trató de ser reprimida por una serie de agresiones constantes, por parte de —presuntos— seguidores del Presidente de la República, repitiendo las consignas escuchadas en las mañaneras mientras los acorralaban palmo a palmo.

“Es lamentable, el Presidente no está entendiendo, no puede decir que las víctimas son un show, que la sangre de este país es un show, que los 40 mil asesinados en lo que va de su sexenio, y los 5 mil y pico de desaparecidos son un show, que la necesidad de una política de Estado en materia de verdad, justicia y paz sea un show”, había afirmado Javier Sicilia en una entrevista anterior a los hechos del domingo. La provocación no cesó, hasta que fue forzada la salida de los dirigentes del movimiento al final de la marcha. Nadie sabe con quién se casa…

…pero todo mundo sabe de quién se divorcia. Los índices de popularidad pueden alcanzar niveles históricos en el círculo verde —para eso son las mañaneras— a pesar de la creciente incredulidad no sólo en el círculo rojo, sino en el círculo más cercano.

México se ha revelado, tras el arribo de la actual administración, como un gobierno autocrático de —supuesta— izquierda, con una oposición inexistente y un grupo de personas en el poder —que no un partido— sin mayor poder que el brindado por el lustre añadido, a cada oportunidad, a las botas del Mesías Tropical.

Nadie votó por esto, en realidad. Ni fifís ni chairos. Ni los que perdieron en las urnas, pero, mucho menos, quienes depositaron su esperanza en un líder que cambia la jugada en tanto recibe amenazas ya sea de Washington —o de Badiraguato— que traicionan, sin lugar a dudas, los ideales de quienes le llevaron al poder.

Los ideales de quienes le compraron todo el cuento. Los ideales de los que nunca le creyeron, pero querían un cambio aunque fuera con él. Los ideales de quienes no querían lo de ayer, pero tampoco lo de antier. Los ideales que nadie imaginó que podrían ser traicionados. Nadie sabe con quién se casa, pero todo mundo sabe de quién se divorcia. Infomación Excelsior.com.mx

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