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Narro, obispos, AMLO, todo se mueve

Jorge Fernández Menéndez

Hay que insistir: no está nada escrito de cara al 2018, por más que son muchos los que consideran que la elección ya está casi cerrada, más como una expresión de deseos que como un dato de la realidad. Cada semana ocurren movimientos que demuestran que falta mucho todavía por andar.

Este jueves 23 de marzo, en el homenaje realizado con motivo del 23 aniversario del asesinato de Luis Donaldo Colosio, el único orador fue el secretario de Salud, José Narro. Ofreció un gran discurso, de los mejores que se le han escuchado a algún priista en mucho tiempo. Lo fue porque logró unir épocas, personajes, historias y colocar todo ello de cara al futuro. Si alguien tenía dudas sobre si Narro Robles estaba en la carrera presidencial, hoy tendría que desecharlas. Y no sólo está sino que es, dentro y fuera del Partido Revolucionario Institucional, uno de los hombres que concita mayores coincidencias, con un perfil progresista, en el mejor de los sentidos unamita, o sea, abierto a muchas ideas y con capacidad de diálogo. Y casi sin negativos, que no es poca cosa en esta época. No será hasta fin de año que el Partido Revolucionario Institucional defina candidato, pero, por lo pronto, hay que contar a Narro en ese proceso.

Mientras tanto, López Obrador siguió enredándose con el tema del Ejército. Y lo hace porque el candidato de Morena no sabe reconsiderar cuando se ha equivocado. Y en el tema de seguridad y de las Fuerzas Armadas se equivoca casi cada vez que habla. Tiene ocurrencias que son dignas de Donald Trump. Una de ellas fue esa de que desaparecería el Estado Mayor Presidencial si es presidente. ¿Tiene idea de lo que habla? ¿sabe a qué se dedica el EMP? ¿con qué lo reemplazará? ¿con el Ejército en sí cuando no quiere aprobarles ni siquiera la ley de seguridad interior y los está acusando de cometer masacres? Insisto, López Obrador no tiene idea sobre estos temas y con los asesores con que cuenta, como John Ackerman, nunca va a aprender, al contrario seguirá mostrando su peor rostro.

El jefe de gobierno Miguel Ángel Mancera, después de lo que considera la traición de Barbosa, ha tratado de recomponer las cosas, no sólo en el Partido de la Revolución Democrática sino también en su entorno. En el tema militar, Mancera declaró que él y el gobierno de la ciudad están “agradecidos y orgullosos” de la labor militar. Y el fin de semana, el evento organizado por Cuauhtémoc Cárdenas casi se convirtió en la oficialización de una alternativa de izquierda, aunque sea por los que allí participan. En ese espacio estará
Mancera porque, para empezar, ahí están casi todos sus principales aliados. Y en ese contexto, no veo cómo podría darse alguna alianza de toda esa corriente, incluyendo Mancera, con López Obrador, como está pregonando la gente de Morena.

En todo esto, desde el gobierno federal, también, comenzaron a marcar diferencias. Con el tema militar es la primera vez que la respuesta ha sido homogénea, múltiple y contundente. Desde la Sedena hasta Miguel Ángel Osorio, pasando por Narro en su discurso del día 23, ha habido una fuerte toma de posición sobre el tema. Y los estudios de opinión comienzan a mostrar que el punto le ha pegado, por primera vez en mucho tiempo, a Andrés Manuel.

Pero hay una segunda vertiente importante: la toma de posición de la cancillería sobre Venezuela. Primero, porque nos habíamos tardado demasiado en condenar a un gobierno represivo, autoritario y violador de los derechos humanos. Por fin se ha hecho recurriendo a la cláusula democrática de la carta de la OEA. Pero, además, porque ello obliga a definiciones también sobre el tema: y si bien López Obrador no se ha referido al régimen de Maduro, han sido los suyos, sobre todo en redes sociales, los únicos que han criticado la condena del gobierno federal y defendido al gobierno chavista. No es, sobre todo de cara al futuro, un tema menor.

La administración Peña está muy lejos de recuperar niveles de popularidad, pero está asistiendo, quizás hasta con sorpresa, a la parálisis del gobierno de Trump, imposibilitado de sacar adelante su agenda, no sólo en el Obamacare, sino en casi todo lo demás. Y eso va de la mano de una recomposición de la situación económica que no se preveía en enero pasado.

Y los que están decididos a jugar también en el 2018, aunque en el camino violen la Constitución, son los obispos. El de Chilpancingo reconoce públicamente que se reúne con los capos del narcotráfico y dice que los criminales lo que sucede es que “llenan los espacios políticos del estado” y hay que negociar con ellos. El de Cuernavaca, en su lucha irracional contra Graco Ramírez (se esté o no de acuerdo con el gobernador), no duda en hacer proselitismo abierto y de una forma casi golpista. Por supuesto que viola de esa manera la ley. El semanario Desde la Fe parece un libelo de la oposición más ultra. Dirán que Francisco les impulsó a acercarse al pueblo, pero lo interpretaron como exigir un espacio en la grilla política.

Todo se mueve y nada está definido de cara al 2018.

Fuente. Excelsior.com.mx

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