Por Adrián Rueda
Es verdad que nunca ha sido santo de su devoción y que tampoco es la primera vez que lo tira de a loco, pero el fin de semana pasado, Claudia Sheinbaum dejó en claro que jamás volverá a hacer caso al subsecretario federal de Salud, Hugo López-Gatell.
Las diferencias iniciaron el año pasado, cuando el encargado del combate al coronavirus y la jefa de Gobierno escalaron a tal nivel sus diferencias, que de Palacio Nacional intervinieron para que dejaran a un lado sus pleitos y jalaran hacia el mismo lado.
A Sheinbaum no le convencían las cuentas alegres que López-Gatell hacía sobre sus proyecciones de contagios y muertes por la pandemia, y que retrasaron al máximo el cierre de actividades en la CDMX, a pesar de que la situación estaba fuera de control.
La funcionaria se quejó con el Presidente, pero el doctor era el rockstar del momento y prácticamente nadie podría tocarlo. Se le subieron tanto los humos al funcionario de Salud, que ya hasta daba autógrafos y se tomaba selfies por todos los lugares donde iba.
De tantos elogios que recibió en Palacio Nacional, sobre todo después de justificar cualquier acción tomada por el Presidente sobre la pandemia, López-Gatell se llegó a sentir incluso presidenciable y se mareó en el tabique.
Nunca entendió que en realidad era el fusible que sería quemado en caso de que el tema se saliera de control, tal como está ocurriendo.
La situación en el país es caótica, no sólo por los contagios y hospitalizados, sino por el infame programa de vacunación que ha naufragado. A pesar de eso, el Presidente no sólo lo sigue apoyando, sino que lo elogia cada que puede.
Pero no es porque crea en él, sino porque lo sigue necesitando como responsable de todo el desastre. Le sigue siendo útil como el fusible que será quemado si la situación sigue creciendo; es un seguro de vida para Palacio Nacional.
Por eso, cuando la Secretaría de Salud anunció la tarde del viernes que la Ciudad de México regresaba al semáforo rojo, Sheinbaum no sólo lo ignoró, sino que lo exhibió. Le dijo que ni siquiera tenía actualizados los datos de covid-19 en la capital.
La jefa de Gobierno declaró ante la prensa que ella tenía datos científicos —insinuando que López-Gatell no— y que la Secretaría de Salud había basado su decisión de regresar al semáforo rojo con datos de la semana anterior, porque no los trae actualizados.
Eso fue un doble golpe contra el rockstar venido a menos, pues no sólo lo exhibió como farsante, sino como todo un irresponsable, pues si los datos de una semana antes hubieran merecido regresar al cierre de actividades, el doctor ni enterado.
El desafío de Claudia fue abierto y esta vez nadie en Palacio Nacional salió en defensa de López-Gatell, quien está perdiendo el toque, pues no entendió que la economía de la gran ciudad no se puede cerrar de nuevo.
Eso sin contar que una medida así contradecía la decisión del Presidente de regresar “llueva, truene o relampaguee” a las clases presenciales… y también a las inauguraciones y giras por la gran capital.
CENTAVITOS
Por cierto, Sheinbaum dice que el semáforo epidemiológico debe cambiar sus parámetros y que ya es hora de actualizarlo. Y quizá tenga razón, pues en realidad no importa de qué color sea la luz, los gobernantes son daltónicos y sea rojo, naranja, amarillo o verde, ya no hay restricciones. Ella misma encabezó ayer un acto masivo —sin sana distancia y en plena pandemia— para inaugurar la Línea 2 del Cablebús en el oriente de la capital.
Información Excelsior.com.mx