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#NiUnoMás

Por: Yuriria Sierra

Ayer comencé la emisión de Imagen Noticias como no habría querido hacerlo: con un recuento de los colegas periodistas asesinados solamente en lo que va de este 2017. Cuando decidí dedicar mi vida a los medios de comunicación, al periodismo, lo hice con la firme creencia —misma que no se ha movido ni un milímetro— de que la labor de informar, de cuestionar, de debatir, es pilar fundamental en cualquier democracia. Es el acceso a la información lo que nos permite discernir, entender y cuestionar lo que nos rodea. No hay manera de formarnos juicios si no es con la posibilidad preguntarnos y respondernos, sobre todo, aquello que ocurre en nuestro entorno…

También ayer, cientos de periodistas de varias partes de México realizaron marchas, manifestaciones y paros digitales para exigir un alto a la violencia contra el gremio en México. En el noticiario que encabezo nos sumamos a la exigencia de justicia y seguridad para ejercer nuestra labor, y no porque el homicidio de un periodista sea más importante que cualquier otro de los asesinatos que, lamentablemente, se cometen en nuestro país todos los días, desde hace tantos tristes años. Sin embargo, la labor social que realizamos es, repito, eje fundamental de cualquier democracia. Atentar contra un periodista es atentar contra la libertad de expresión y el derecho a ser informado. Es abonarle a una sociedad condenada a la repetición de sus errores, de sus tragedias. Es condenarla a vivir en sus oscuridades.

Durante el día de ayer seguí por distintos medios el desarrollo de las movilizaciones. Aunque una foto del semanario Proceso llamó mi atención, era la de uno de los peritos que recogía el sombrero, ése que cuentan que Javier Valdez nunca se quitaba, ensangrentado como símbolo doloroso de los tiempos que nos está tocando vivir, de esa voz que fue tan cobardemente silenciada.

“Seis periodistas victimados en lo que va de este año y once durante el anterior. Tan grave como estos crímenes (que suman 126 en 17 años) es la impunidad que cubre a los asesinos…”, escribió Carlos Marín.

“A los gobiernos les vale madre (…) Sin Estado que defienda al gremio, destinado el reportero a defenderse con su propia voz y su pluma de los ataques, no queda más que confiar en el músculo de la sociedad que entiende que no hay desarrollo, democracia y libertad sin una prensa libre…”, anotó, en El Universal, Carlos Loret de Mola.

“Muere la inteligencia y la bonhomía de alguien como Javier. Muere su esperanza y muere buena parte de sus conocimientos sobre el narcotráfico y la violencia. Y al no ser natural esa muerte, sino por encargo, esa muerte es también la de su comunidad, que es Sinaloa, que es México. Con esas muertes gana el silencio. Desde ayer todos sabemos menos…”, escribió Salvador Camarena, en El Financiero.

México como el tercer país más peligroso para ejercer el periodismo, algo que seguramente ha escuchado hasta el cansancio en las últimas horas. Qué mejor ejemplo que ése para entender el valor de un ejercicio que logra que el eco suene todo lo posible, para que la realidad se entienda, se asimile. En las últimas horas le hemos dado al mundo, otra vez, una razón más para los desafortunados titulares. El asesinato de Javier Valdez ocupó espacios en El Clarín, The New York Times, El País, TeleSur, Le Monde, The Telegraph, DW, The Hindu, Al Jazeera. Los rostros de Javier, de Cecilio, de Ricardo, de Maximino, de Filiberto y de Miroslava aparecieron en los conteos, en las recapitulaciones de crímenes asociados al periodismo, en las notas que refieren a México como uno de los lugares más violentos.

Habría querido que este espacio no fuera ocupado hoy para hablar, de nuevo, de la violencia. Menos que fuera de la que han sido víctimas compañeros de la prensa. Pero lo haré las veces que sean necesarias, según la Fiscalía Especial para la Atención de Delitos Cometidos contra la Libertad de Expresión (FEADLE), de 48 expedientes de asesinatos y agresiones a periodistas, sólo ha logrado tres sentencias condenatorias. Hace apenas unos días, el 10 de mayo, esta fiscalía quedó en manos de Ricardo Sánchez Pérez del Pozo, quien ayer aseguró que, si no resolvía el caso de Valdez, renunciaba. En Gobernación, de nuevo, sólo se limitaron a condenar los asesinatos vía un comunicado de prensa y una tajante declaración, porque no saben cómo llegar a aquellas otras condenas, las que castigan de verdad a los responsables de esos y tantos otros crímenes.

“Sólo hay un medio para mantener en pie una sociedad libre y es mantener al público informado”, escribió Joseph Pulitzer. Y México lleva demasiadas balas descargadas sobre su propia libertad. Información Excelsior.com.mx

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