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No hay más

Por. Gerardo Galarza

En esta columna nunca se han hecho ni se harán pronósticos electorales. Son inútiles, sobre todo, en un país como México. Sin embargo, los recientes procesos electorales celebrados en los estados de México, Coahuila, Nayarit y Veracruz, —considerados, sobre todo, los de la primer entidad como la antesala de la elección presidencial— permiten prever lo que ocurrirá en el año 2018.

Esas previsiones no auguran nada bueno.

—Dentro de poco más de un año, los mexicanos veremos cómo los perdedores (partidos y candidatos) en las elecciones presidenciales reclamarán “fraude” y será, si las gana el PRI, producto de “una elección de Estado”. ¿Existirá el fraude? ¿Se podrá probar el fraude? ¿Conviene participar si se anticipa que habrá fraude? ¿Cómo evitar el fraude?

-El próximo Presidente de la República (gane quien gane) llegará al cargo con los sufragios de poco más del 30 por ciento de los votantes y con un porcentaje menor de los inscritos en el padrón electoral. Imagine usted que el abstencionismo llega al 50 por ciento de los inscritos en el padrón electoral, entonces, los votos efectivos que recibirá el ganador ascenderán, entonces, a poco más del 15 por ciento de la ciudadanía. ¿Será legal y legítimo el nuevo Presidente? Legal, sí, la ley no prevé ninguna votación mínima; ¿legítimo?, es una buena pregunta. No se distraiga pensando en una segunda vuelta electoral. Ya no hay tiempo para reformar la Constitución y la legislación electoral para el proceso del año próximo.

-El Congreso de la Unión (cámaras federales de Senadores y Diputados) estarán integrados por tres fuerzas políticas (PRI, PAN y Morena) más o menos similares, es decir, minorías amplias; una minoritaria: PRD, y miembros de otros partidos que se sumarán a las primeras según les convenga (es un decir). Entonces, el nuevo Presidente no tendrá una mayoría legislativa (como ha ocurrido con los tres anteriores: Vicente Fox, Felipe Calderón y Enrique Peña Nieto) para conseguir reformas legales sustantivas.

-Así, el próximo sexenio será uno más perdido. Como los han sido los tres ya mencionados. Con él sumarán 24 años en los que el país ha vivido casi por inercia y “nadando de a muertito”, en las aguas de las disputas políticas interminables. El nuevo gobierno no gobernará y, cuando mucho, administrará un cuantioso presupuesto, del que muchos o algunos (seamos optimistas, pues) se beneficiarán personalmente.

-La disputa por la Presidencia de la República será entre el PRI, Morena y el PAN. Morena ya tiene candidato (Andrés Manuel López Obrador); la baraja real del PRI no va más allá de Miguel Ángel Osorio Chong, Luis Videgaray, José Narro Robles y José Antonio Meade; en la del PAN, también la real, están Ricardo Anaya y Margarita Zavala; en el PRD, Miguel Ángel Mancera y, quizás, Juan Zepeda. Pare usted de contar. No hay más. No habrá ningún Macron, vamos, ni siquiera un Bernie Sanders mexicano. Los demás partidos, seguramente, se sumarán a las candidaturas de los designados. Cierto, la selección de candidatos y las probables alianzas podrían influir en el resultado final.

-El PRI hará alianza con su partidos satélites (PVEM, PANAL, MC, PES y quizás PT); Morena podría hacer alianzas con el PT y el PRD; al PAN su única opción de alianza sería con el PRD, que les ha dado victorias en varios estados, pero el problema sería el nombre del candidato, ninguno de los dos partidos está dispuesto aceptar a los mencionados de uno y otro lado; el PRD tiene tres opciones: su propia candidatura o alianza con Morena o con el PAN. En cualquier caso y con cualesquiera de las fórmulas, la votación se repartirá prácticamente en tercios.

Esto, entre muchas otras cosas, es lo previsible (es lo obvio; que no le vendan espejitos analíticos) que ocurra en la política mexicana en el próximo año. No hay más y tampoco para dónde hacerse.

Bueno, sí, una previsión más: el próximo Congreso de la Unión aprobará una “nueva” (la enésima) reforma política-electoral que, dirán, vendrá a solucionar todos los males habidos y por haber, como lo prometieron con todas aquellas aprobadas prácticamente cada tres años desde 1994 a la fecha.

Por eso, ni están equivocados ni les falta razón a aquellos que creen que el modelo político mexicano está agotado, tanto que los comicios estatales de la semana pasada fueron presa fácil de las viejas mañas de los llamados alquimistas electorales, especie que se suponía extinta, pero ahora renacidos en prácticamente todos los partidos.

CAMBIO DE VÍAS.- Esta Estación cerrará sus puertas y volverá el próximo 9 de julio.

Información Excelsior.com.mx

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